miércoles, 24 de septiembre de 2008

Checa el Fondo


Por Luis Eduardo Luna

Valemadrismo inmóvil

Por Fernando Hernández

Ya vamos por el mes de clases, otros tres y medio y me gradúo por cierto. Pero, contrario a lo que uno esperaría de alguien próximo a graduarse a mí no me aqueja tanto el valemadrismo. Sobre todo aquél valemadrismo inmóvil ante temas fundamentales para la vida cotidiana de los universitarios: la movilidad.
11 am y en el ITESO es imposible encontrar un cajón de estacionamiento. Son insuficientes a partir de ya, y también para los que se estacionan en doble cajón. Un aplauso para ellos.
Estos alumnos de primer ingreso me impresionan, el haber conseguido que sus papás los doten de un reluciente carro para que en carne propia experimenten los estragos del tráfico y de la incapacidad de los gobernantes en turno de hacer algo es una verdadera muestra de amor. No sólo ellos pues, también estamos los de semestres arriba. Añadamos el valemadrismo inmóvil de los cientos de miles de personas que transitan patéticamente por la ciudad. No sé tú estimado conductor, pero cuando me bajo del coche y camino por las calles me siento humillado al ver que ya ni siquiera me dejas el paso de cebra disponible. ¿Sabes lo que es un paso de cebra? No quiero saber qué pasa con los minusválidos a quienes no vemos pero ah ¿qué oportunos son esos lugares pintados de azul para estacionarse porque quedan más cerquita no?
Llega la hora de la salida y salen disparados miles de carros del Iteso. Uno por piocha. Contados con los dedos de la mano los que van llenos o traen su cartelito de que ellos sí dan aventón. Hace cuatro años cuando entré, todavía no había necesidad. Pero son otros tiempos diría yo. O igual hace cuatro años me valía madre.
La situación es crítica, y yo, como alumno a quien ya mero le cantan las golondrinas no me queda más que ser necio con la solución imperfecta. No hay viaducto, nodo vial o hummer con alberca, que haga menos miserable nuestro andar por la ciudad. Sólo necesitamos un cambio de actitud: vivir en las fuentes y venirse en coche es ridículo. Casos y pretextos hay miles. Miedo dice la mayoría. Los que ya nos venimos en bici lo ponemos en la balanza en contraparte con la felicidad, salud y estética (valor inconfundible de nuestros tiempos) que deriva del uso de la bicicleta. ¿Han visto las piernas de las alumnas que llegan en bici? Uff.
Por mientras, nos tocan acciones pequeñitas en lo que vamos despertando a los demás a animarse a andar en bici, a usar transporte público, y ya si de plano hay un complejo de rápido y furioso, ¿pues al menos hay que hacer un coche sardina no? Hacer esto no hará que los demás duden de su poder adquisitivo.
Por cierto, ¿a qué hora debe pasar el camioncito del ITESO? ¿Te vale madre verdad? Pues entonces Salúdame al semáforo, que de seguro ha de estar en rojo.

Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"Soy un artista patriota: pinté el país de verde y rojo"- Hombre.

"Ella siempre ha querido vivir con él, pero sus papas no la dejarían sin casarse"- Estudiante mujer.

"Hoy cuando estabas desayunando te observé, y estás, del uno al diez, tres puntos más guapo que cuando usabas lentes"- Estudiante mujer

Historia de los orgasmos estreidentes (segunda parte)

Por Sara Mandarina
Cada uno se iba por su lado, a las actividades de todos los días. Joaquín a la aseguradora y Carmen a la oficina. No se veían para comer, no les ajustaba el poco tiempo que tenían en su trabajo destinado a esta actividad. El tráfico, el smog, el transporte público, la lluvia. Cualquier razón valía. Ambos preferían, de hecho, hacerse creer mutuamente y a sí mismos que era absolutamente imposible que se vieran a esa hora. Para Carmen era un momento menos de convivencia decadente y falsa; para Joaquín era simplemente la manera en que las cosas tenían que suceder: se veían poco y esto implicaba, naturalmente, que se tenían que soportar poco; y de la pequeña cantidad de tiempo que compartían juntos ni siquiera hablaban o se miraban o se gritaban. Simplemente jugaban a ver quién hacía mejor el papel de enamorado. No, mejor aún: jugaban a ver quién aguantaba más haciendo el papel de enamorado.

Joaquín tenía miedo de todo y lo manifestaba en forma de violencia. Desde pequeño recuerda haber perdido todo aquello que realmente le interesaba (su mamá, su mejor amigo, su pelota de fútbol, su hamster, su viaje a Estados Unidos…) y cuando encontró lo que verdaderamente quería hacer perdurar, se topó con la noticia de que el miedo no había hecho más que intensificarse. Lo congelaba el temor de perderla, de estropear las cosas, de no ser suficiente. Entonces gritó, golpeó, calló. Y la relación se empezó a venir abajo. Discretamente, casi con decoro. Imperceptible para los demás, pujante para Carmen y Joaquín.

Así, la única solución que encontró fue tener sexo indiscriminadamente. A él le habían enseñado que eso era “hacer el amor” y a esos dos era lo que más les hacía falta. Construir un poquito algo de aquello que las inseguridades y complejos de Joaquín habían derrumbado y que la rutina y la monotonía se habían encargado de difuminar, de hacer huidizo y borroso.

Los vecinos eventualmente descansaron del estruendo que salía del departamento número ocho. Les pareció a todos muy extraño porque fue repentino, de la noche a la mañana. Nadie supo ni quiso saber más. Realmente a nadie le interesaba.

Sin imaginación no hay futuro

Por Fernando Cornejo Hernández

La libertad no existe si no se vive al borde de los límites donde toda comprensión se desintegra.
Georges Bataille

Nadie debe de esperar de la escuela nada que no espere de sí mismo. Lo mismo aplica para la vida… Tampoco nadie debe de esperar el futuro si no lo construye y se construye en él, porque eso es la vida. Así de simple, pero tan complejo como se quiera, y tan imposible como la renuncia, la conformidad, la apatía, la mediocridad, puedan llegar a hacerlo.
Si no es en la universidad donde se enseña a pensar, ¿entonces en dónde? No he dicho practicar el pensamiento, la disertación, que son otras cosas igual de importantes. Para ello personalmente prefiero las cantinas, el transporte colectivo, los paseos hacia ningún lado. Y no es que la universidad sea el único lugar para aprender a pensar. Pero la universidad es un espacio privilegiado para adquirir y poner en marcha nuevos patrones de conocimiento, de ejercicio para el análisis, de afinación del ojo crítico. Pero también es un espacio para que convivan las ideas y se dé vida a proyectos productos de la creatividad y de la imaginación. Cierto que hay quienes los han puesto en marcha, pero falta ese terrorismo creativo que estremezca la sensibilidad de todos los-nos-otros.
Esta es, pues, una declaración de guerra, un intento de provocación a cambiar el mundo cambiando nuestra relación con él. No son las armas, sino las ideas, lo que mueve nuestros pasos hacia el horizonte. El deseo es fruto de la imaginación, y es a partir de esto que construimos el futuro y nos construimos en él. Y yo deseo tanto como mi imaginación me lo permite, y siempre un poco más…

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Estrategias Cholas


Sin Título


Por Humberto Rosales


¡¿Qué onda con esto?!

Por Horacio Pérez

¡Órale, qué bien! Cuántos servicios podemos encontrar dentro de nuestra universidad: cafeterías, locales donde se ofrecen diversas variedades de alimentos o productos diversos para el antojo: paletas, papas, dulces, etc; servicio de papelería, librería, fotocopiadoras, agencia de viajes, banco, etc. Qué más se puede pedir… bueno, entiendo que más de alguno quisiéramos algún expendio de chelas y anexos.

Ante una variedad de opciones que ofrecen, lo mínimamente necesario para llevar con facilidad y cierta comodidad, la satisfacción de necesidades que van a la par de la vida que desarrollamos en nuestra universidad, podemos sentirnos reconfortados.

Sin embargo… la mayoría de los servicios que aquí se nos ofrecen, más de alguna vez tú y yo hemos llegado a sentir que sus precios son algo elevados y en ocasiones, el servicio no es de la mejor calidad, ejemplo: copias de 50 centavos que son poco legibles; preparados de alimentos muy racionados si tomamos en cuenta su precio, pues si tú quieres darte una comida como Dios manda, mínimo tienes que gastar entre $35 y $40. A veces presiento que en todo esto está implícito un presupuesto: “ellos pueden pagar, están aquí”

Todas las personas que se preocupan por ofrecernos servicios de alimentos, papelería, cosas muy necesarias para todo estudiante, es de valorarse su dedicación al ofrecernos todos estos servicios, pero bueno, sé que en ninguno dice: “Comedor asistencial estudiantil”, para ellos es su trabajo y su forma de subsistencia. Pero mi incomodidad busca manifestar el elevado costo que muchos de esos servicios tienen. Claro, no se trata de querer o no pagar por un servicio que requiero, sino de encontrar servicios a precios más acordes al producto y a la condición de estudiantes que hoy nos identifica. Sabemos que un negocio que no da, no es negocio y va a la quiebra. Pero ¿por qué tengo que pagar $10 pesos por un refresco con un costo comercial de $6? ¿No sería $8 el costo más justo? (No entro en detalles en el concepto de justicia, pues habrá quien piense: “Pero ¿qué es lo justo?” y ni con todo el discurrir del pensamiento platónico de justicia y etc., daríamos pronta solución.)

Entonces, ¿en dónde radica el problema? ¿En el costo de los servicios? Tal vez, así lo considero, el problema está en el supuesto que tiene en mente todo aquel que pone un negocio en nuestra universidad y que piensa encontrar en ella: consumidores con la solvencia económica para pagar el precio que se les pida. O es acaso que ¿las rentas que pagan por los locales son muy altas?

Todos somos consumidores y alguna vez hemos ofrecido un servicio. En estos meses las cosas no pintan fácil: costos de productos básicos suben, esto repercute en todos los niveles, pero antes de gasolinazos o crisis alimentaria, ya teníamos esta situación en nuestra universidad.

Como ya mencioné, no se trata de querer pagar o no el precio por un servicio que solicito y necesito, pero por qué pagar la utilidad exagerada que se le agrega. No por que se tenga el dinero para ello o se requiera el servicio se ha de abusar, y entonces no haya de otra que decir: “Ok, aquí tiene, gracias”.

Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"En el ambiente en el que me muevo hay puro cagapalismo"
- Estudiante hombre.

"Me siento como la música de Sigur Ros, pero con menos pegue"
- Estudiante hombre.

"Presentame a esa chava para que me diga: ¡NO!"
- Estudiante hombre

Diversidad Humana

Por Raúl Ramos

Es un claro hecho que, a donde sea que observemos, nos encontramos rodeados de personas. Es algo que forma parte de nuestra vida diaria, por lo tanto, no nos detenemos a pensar en ello. Por lo tanto, no nos imaginamos qué historia podría estar detrás de la persona que camina en sentido contrario al nuestro. No nos cuestionamos ¿qué situaciones sucederán en su vida? Quizá, hasta sean dignas de contarse en una película o un cortometraje. Lo que es un hecho es que ahí están, de que existen, y de que cada uno cuenta con su propia conciencia, identidad e historia; con sus propios gustos y sus propias formas de ver la vida.

En este mundo las personas somos tan diversos como los géneros de música existentes, o como los colores que hay dentro del espectro lumínico. Aun así, contamos con ciertas similitudes, las cuales nos unen y nos hacen formar nuestras amistades. Las diferencias son las que suelen crean los conflictos entre nosotros; lo que a mi parecer podría evitarse haciendo uso de la empatía, el respeto o, como mínimo, de la tolerancia.

Por tal motivo, encuentro fantástico que una universidad como el ITESO, en lugar de seguir el sistema que utilizan otras universidades de separar a los alumnos por edificios y por sus carreras; nos permitan convivir en las clases con alumnos de diferentes edades y que estudian una carrera diferente a la tuya. Así es como llegamos a conocer alumnos que cursan Ciencias de la Comunicación, Arquitectura, Ingeniería Civil o Industrial y Diseño, entre las demás que existen. Quizá en alguna de esas personas podamos encontrar a una valiosa amistad, a un confidente o, por qué no, una novia o novio, ¡je, je…! Bueno, perdón por fantasear, pero el caso es que esto crea una comunidad enorme en la que todos, como individuos, podemos ayudarnos los unos a los otros. Pienso que en el ITESO, los alumnos nos encontramos en un estado libre de prejuicios, que nos permite conocernos los unos a los otros, y creando lazos que cada vez crecen más y más.

Sin importar lo que pensemos, lo que hagamos, cómo vistamos o la carrera que estudiemos, el ITESO nos brinda la oportunidad de acercarnos a la persona sentada a nuestro lado, entablar una conversación, que tal vez comienza de forma pausada, pero que después fluye con naturalidad, se desborda cual río, y continua su cause hasta extenderse por fuera de los salones, y a través de los pasillos, desbordándose un poco y salpicando de simpatía a los demás. Este río de conversaciones suele continuar su caudal hasta alguna de las cafeterías, la biblioteca o al edifico donde es la siguiente clase. Sin embargo, este río siempre termina en un mar de amistad; sólo que este, en lugar de estar lleno de agua salada, lo compone agua dulce.

Así, nos encontramos con el guión de la vida de quién nos rodea, el que entonces pasa a ser un filme en nuestra conciencia, y así aprendemos de ellos y crecemos como personas, pues los comprendemos y en el proceso, no llegamos a comprender a nosotros mismos.

Historia de unos orgasmos estridentes (primera parte)

Por Sara Mandarina
A Joaquín y Carmen los escuchaba todo el edificio. Todos los días, religiosamente, se tiraban a revolcarse a la cama a las siete de la mañana y a las nueve de la noche. Y a gritar y gritar. Les importaba un carajo si todo mundo los escuchaba. Más bien al contrario: querían ser oídos.
Se había establecido entre ellos dos una especie de acuerdo tácito de vivir su placer a través de los vecinos. Es decir, su propia satisfacción parecía crecer mientras más le hicieran creer a los otros que gozaban.

Cuando recién se despertaban, con las cortinas cerradas (como ahuyentando a los espíritus malvados del día y la rutina), el cabello despeinado y un aliento terrible, Joaquín se acercaba brusco a Carmen para poseerla. En un principio era dulce y delicado en ese ritual en el que invocaba decididamente a Eros, pero lenta y progresivamente se fue haciendo tosco y anodino. Carmen no se quejaba y seguía la corriente porque fingir hacer el amor era menos peor que no coger en absoluto y, así, dejar que su nuevo matrimonio se derrumbara.

Ella se daba cuenta perfectamente de cómo los gestos “de placer” de su marido eran fingidos, pero nunca se atrevió a discutir el tema con él porque ella podía percibir que él simulaba genuino goce con vocación irrefutable. Era como una obra de teatro en la que uno de los protagonistas no termina por encajar en el papel, pero tratar de fingir lo más refinadamente posible para que todos (excepto él) crean el montaje.

Carmen nunca supo mentir, así que sólo se limitaba a gritar, como Joaquín alguna vez ya se lo había pedido explícitamente. Pero nunca tuvo las agallas de llevar a cabo la farsa entera: gestos y muecas de placer incontenible parecían en su imaginación como la mentira más detestable y grotesca.

Al principio, cuando empezaron a llevar a cabo la que creían era la salvación de su relación, los “mañaneros” eran divertidos y energetizantes: al salir del departamento el Sol brillaba con más intensidad y hasta los automovilistas parecían más amable. Pero después de que todo se convirtiera en una puesta en escena, el mal humor de saber que se había amanecido sólo para vivir un día igual que todos los que ya habían pasado se incrementaba.

miércoles, 10 de septiembre de 2008


Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"Girard escribe desde un estructuralismo muy a la Leviestrós"
-Profesora.

"¿Tenemos que exponer presentándonos como si fueramos el autor? Por ejemplo: Buenas tardes me llamo Marx"- Estudiante hombre.

"El ejemplo decia seno pero a mi me deba coseno.Ya después de un rato me di cuenta de que estaba viendo el triángulo al revés"- Estudiante hombre.

Sin Título


Humberto Rosales

Libertad de cátedra ¿Qué maestros nos tocan hoy?

Por Eunice García

Así es el asunto: en primer semestre acudimos temerosos a dar de alta sus materias sin conocer maestros, materias, modos ni salones.
Con los ojos cerrados asentimos al acomodo que un desconocido en camisa ITESO hace “esta materia te la pongo aquí para que no te queden tantos huecos ¿sale?” “uy esta la vamos a mover ¿te late?” Y sales con el corazón estrujado y la resignación de un horario recién impreso.
Con suerte te tocan maestros que más allá de ser eso se convierten en amigos, cuatachos, verdaderos guías por tu recién estrenada carrera.

En los semestres que vienen la cosa cambia (debería cambiar), ahora uno anda de aquí allá preguntando por maestros, experiencias, calificaciones, genios y apodos.
Y no es que se trate de un capricho, sino que uno debe de hacerse cargo de elegir a aquellas personas que se han ganado el título de profesores, personas que con sus actos, sus programas y su libertad de cátedra, han sabido transmitir satisfactoriamente (tanto para ellos como para el alumno) los conocimientos que han adquirido tanto en su carrera como en su trayectoria profesional.
Muy válido es también elegir maestros por su carácter, por su buena vibra e incluso se dan casos de elección de maestros por su físico (hay que aceptar la galanura de algunos maestro(a) s)
Pero elige.
La misma materia con el mismo programa, mismo tiempo, mismos materiales pero diferente profesor da variaciones bastante interesantes (o estresantes, según sea el caso).
El ITESO cuenta con una amplia paleta de profesores por conocer; cada uno con su particular punto de vista sobre tu carrera, con sus programas de aprendizaje, sus recovecos cognoscitivos y su entramado afectivo.
Imperdonable meter una materia sin siquiera saber el nombre de tu maestro, seguramente en tu lista de contactos hay por lo menos una persona que puede sugerir/comentar/criticar sobre la persona que te asistirá durante todo el semestre. Piénsalo.
¿Qué maestros te tocan hoy?

Radaman

Por Tonchivan

Radaman había tenido a su temprana edad experiencias de tal densidad que le habían hecho madurar con anticipación, las arrugas en su frente eran renglones torcidos que relataban una existencia consumidora. El sol había hecho un buen trabajo en la piel de este hombre, un bronceado le daba brillo a lugares recónditos de su cuerpo. Era un guerrero con corazón aventurero, tenía acción hasta durante sus sueños, donde realizó quizá sus más grandes conquistas y proezas.
El mar había sido testigo de la muerte momentánea de Radaman, un naufragio le dejó flotando a la deriva por siete días y siete noches, hasta que en la última luna una fémina angelical surgió de entre el agitado oleaje devolviéndole el aliento. Las sombras se habían apoderado por unos instantes del alma de nuestro héroe, presencias negras succionaban trozos de su ser emitiendo ondas de vértigo seductor. Sin embrago un rayo verde le iluminó en medio del valle de la agonía eterna, la fuerza de las estrellas corrió por sus venas, de un solo salto se colocó recostado en una playa. Dicen que durmió, que cuando despertó los labios le sabían a miel, un rastro de flores que se perdía en la marea era la única señal de color.
Hay instantes que cambian vidas, algunas veces los vemos pasar y quedan tatuados en nuestro recuerdo, otras veces nos prensamos de ellos y nos embarcamos en un viaje sin retorno. Hay miradas que crean una tangente en la senda que llevamos, si seguimos el camino nos internamos en los bosques, nos dejamos abrazar por los árboles, nos acaricia el murmullo de los ríos, nos deleitan los cantos de las ninfas. Radaman nunca volvió a ser el mismo, un trozo de su ser se había sumergido en las profundidades abismales del océano, y con una sonrisa le invitaba a reunirse con él.
Así fue que mutando su anterior costumbre, el soñador comenzó a dormir más y más. Cerraba los ojos dándole la espalda al astro rey, deambulaba bajo la palidez de la luna sintiendo a la sal de la arena cosquillearle en los pies. Cada vez que una estrella fugaz pasaba, en su cabeza surgía una cana nueva que volaba con el viento, como queriéndose escapar en un vuelo astral. La voz de su garganta huyó, cuando quiso conversar con alguien descubrió que había olvidado cómo hacerlo; entonces comenzó a cantar melodías en un lenguaje desconocido. La música de Radaman aún suena, yo la escuché entre las olas, la leí en tus ojos y la escribí con mi lengua en mis labios.

Un día sin conexión

Por Liliana Ruiz

Ese día no nos reconocimos a pesar de llevar tanto tiempo juntos. Diario, por la mañana, iba a visitarlo y nos veíamos como sabiéndonos un poco más que conocidos, sabiéndonos en conexión, pero conexión en la que nunca habíamos pensado antes y que tampoco nos había importunado, puesto que ese diario estar juntos, nos era más que suficiente. Quizá un día ocurrió que nos quedamos viendo mucho tiempo como tratando de encontrarnos algo nuevo, de sabernos algo más. Intentábamos vernos como desconocidos, pero dentro de nuestro intento, sabíamos que esa conexión seguía ahí, que nunca se nos escapaba, sabíamos que era una conexión profunda, pero que (lo confieso) en esos intentos de conocernos resultaba encarceladora e inoportuna; y como quien siente compasión por alguien, nos retirábamos del intento riéndonos y cubriendo nuestra estupidez imaginándonos que la conexión era hermosa, que éramos hermosos, y que nuestro juego no tenia sentido alguno. Nos reíamos de nuestro propio juego, de nuestra propia falsedad y sobre todo, de sentir que esa conexión se estaba volviendo una barrera.
Pero ese día, igual por la mañana, no supe quién era a quien estaba viendo, a pesar de ser él. En su rostro había algo de monstruoso, de tétrico, de inhumano. Parecía realmente un monstruo. Tenía los ojos muy salidos y en ellos había un profundo desprecio o un terrible misterio que no me quiso explicar, así que yo no supe qué es lo que me quería decir con esa mirada, con ese semblante, pero lo que sí supe fue que algo dentro de mí se estremeció y oprimió. A él parecía no importarle, puesto que me veía de frente sin cambiar en absoluto su semblante. La boca la tenia un poco hacia arriba como simulando una sonrisa, que en la simulación se veía irónica, burlona y tiránica. Él se dio cuenta de que su semblante me estremeció y quiso cambiarlo pero no pudo. Trató de restablecer nuestra antigua conexión pero parecía que unos hilos ocultos en su rostro lo jalaban para que el semblante monstruoso no se fuera. Trataba de verse normal, pero una vez que lo veía a los ojos, el semblante regresaba y con él el terror, mi terror. No pude evitar notar que se veía muy feo, pero como quien sabe de la incapacidad de un perro manso para morder, me acerqué a él, tratando de descubrir qué era eso que me estremecía y después de unos minutos, me quedé en pasmo; me di cuenta de qué era lo que me estremecía de él, y es que él, el monstruo que tenía enfrente, era un espejo.

¿Es de ley?

Por Benjamín Soto Ferraris.

Mucha ha sido la controversia que se ha generado alrededor de la nueva ley anti-tabaco.
Lleva ya unos días nuestra universidad trabajando con este nuevo sistema que les impide a los fumadores ser “libres” de inhalar y exhalar sus tubos de Cáncer en donde quieran.

Las posturas varían de un extremo a otro. Esta bien/Esta mal. Me va ayudar a dejar de fumar/Es una pendejada, solo voy a perder mas tiempo cada vez que quiera fumar. Los fumadores deben respetar a los no fumadores/A mi me vale madres, de todos modos estamos al aire libre. Va a ser un campus más limpio, todas las colillas van a estar tiradas en puntos mas concentrados/Van a segregar a los fumadores y se va a cortar la convivencia. Y así nos podemos seguir por horas. Analizando cada pro y cada contra de la ley.
¿Estoy a favor o estoy en contra?, es posiblemente una pregunta que te has hecho desde que inicio esta ley, o tal vez solo lo piensas mientras lees este articulo.
En lo que te decides creo que vale la pena analizar un poco más a fondo lo que representa esto.
¿Por qué necesitamos leyes que nos indiquen como comportarnos? ¿No podríamos acaso ser lo suficientemente concientes para decidir fumar en lugares que no molestemos a los demás? ¿No podríamos tener la capacidad de guardar nuestras colillas para tirarlas en los basureros correspondientes? ¿Somos animales inconcientes que deben ser orientados por barrotes y paredes para llegar a un destino? ¿No podemos marcar nuestro paso y nuestro camino pensando en el respeto a los demás?

Las leyes no sirven como patrones para definir lo que esta bien y lo que esta mal, pues hay muchas formas de seguir la ley y hacer mal, y de romperla y hacer bien.
Creo que es responsabilidad de cada uno actuar con una conciencia común, saber que cada cosa que haga o deje de hacer va a tener una repercusión en un compañero, y que es obligación de todos aprender a vivir y convivir en un espacio que cada vez esta mas lleno.

Así que cuando te fumes un tabaco, piensa en la banda (más que en la ley) antes de prenderlo y cuando te lo termines vuelve a pensar en la banda antes de tirar tu colilla por ahí.

“Sostengo que quien infringe una ley porque su conciencia la considera injusta, y acepta voluntariamente una pena de prisión, a fin de que se levante la conciencia social contra esa injusticia, hace gala, en realidad, de un respeto superior por el derecho.”
Martin Luther King (1929-1968)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡Come on, English is important!


Por Paloma Robles

En el ITESO callamos cuando no nos interesa algo, pero creo que también callamos cuando se nos exige otras cosas que a consideración no deberían de exigirse.
Llevo dos semanas tratando de superar el trauma de tener que venir a las siete de la mañana a clase de inglés. Este semestre sinceramente me sentí obligada, no sólo a cursar, sino a pagar, un curso que no quiero.
El ITESO, como lo explica su misión, es una universidad que “se caracteriza por la excelencia académica” que vista desde distintas dimensiones y fundamentadas en la espiritualidad ignaciana, nos envuelve con la realidad social al referir “una profunda preocupación por el entorno local y global, y el compromiso con el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas”. Pero sobre todo el ITESO nos invita a defender tajantemente nuestra libertad: “Su proyecto de formación integral busca desarrollar la inteligencia y la sensibilidad y formar para la vida a jóvenes libres y comprometidos con la sociedad, en un ambiente propicio para conocer y crecer.
Así, en su ánimo de formar más y mejores profesionistas para el mundo, la universidad hizo en 2003, cambios fundamentales en sus métodos y ordenamientos educativos. De allí que tengamos la libertad no sólo de elegir escoger cuasi menú de restaurante nuestro proyecto de universidad (incluso hay una asignatura que así se llama) sino convertirnos en actores sociales con motivaciones libres.
A lo que voy con esto es a poner a discusión lo que ahora parece indiscutible. ¿Por qué se exige el inglés? Si se ha fomentado la libertad de decisión, ¿por qué me exigen estudiar un idioma caro (hay escuelas de inglés en Guadalajara mucho más baratas)? Se absuelven con la idea de que esta es una gran oportunidad. Sí, una oportunidad de casi tres mil pesos. Pero como diría mi maestra “this was you problem those years you sohuld know that some day it will happen” -o algo así. Pero ¿qué sucede si no ha sido ni es mi prioridad el inglés? Si mis gustos y necesidades van hacia otros lados igual o más valiosos que un idioma. ¿Por qué pagar algo que no quiero pagar? Peor aún, se te impide dar de alta a manera de restricción si no has presentado el famoso TOEFL aprobado; eso es atentar contra tu propio proyecto universitario. ¿Y si no tengo dinero, qué hago?
Además sus formas no son amables, la directora del área es una se gnoh reeta kéh meh ah bloh n’ toh noh dess poh tah. Mejor trato tiene la secretaria que accedió a conseguirme un espacio a las 7 de la mañana para que yo pudiera seguir trabajando en las mañanas. La solución de la dirección era pedir un permiso de dos meses en mi trabajo para que yo pudiera asistir a inglés de once a una de la tarde.
El colmo se presentó cuando terminada la primera semana de clases, la maestra organizó una actividad donde debíamos acomodarnos según los años de estudio de inglés en tu vida. No sé, si para sorpresa de muchos o vergüenza de todos, la mayoría llevamos entre 5 y 15 años estudiando la lengua y estamos en 4to grado en el ITESO. De allí el Speeach obligado de la maestra mostrando su indignación ante nuestra actitud altanera por sentirnos obligados por el ITESO a cursar el idioma. Todos callados. Nadie, salvo un compañero de comunicación se atrevió a decir que el inglés no era su primacía. Yo nomás agregué que si toda una vida de estudios no había suficiente ¿cómo podrían asegurarme que terminados mis ocho niveles de estudio ahora sí sería medianamente bilingüe?

Amor Motita

Por Eunice García

Podría comenzar mirándote a los ojos o besándote o diciéndote lo mucho que me gustas. Si comienzo mirándote a los ojos puedes ver una chispa de deseo, de ansia loca por tocarte; si comienzo besándote sería despacito, saboreando tus labios, aprendiendo tu sabor, tus líneas, tu ritmo; si te digo lo mucho que me gustas comenzaría mirándote a los ojos, luego besándote, y así y así. Entonces dejaría que el ciclo de un amor imaginariamente perfecto comenzara, tú mirándome a los ojos y diciéndome cursilerías que sólo se ven en novelas baratas y nos besaríamos y estrujaríamos como dibujos voluptuosos de un libro vaquero. Seguramente yo te pellizcaría una nalga con una picardía fallida, tú te reirías y nuestro momento erótico se esfumaría en carcajadas, pero entonces, y sólo entonces, nuestras endorfinas liberadas nos llevarían a rodar por todo el piso, por toda la escalera, aprovechando el golpeteo de cada escalón. Seguramente terminaríamos en la cocina, besuqueándonos en un charco de leche, un plato de cereal desparramado y endulzado con mieles de amorcito corazón. Tum tum se escucharía y los vecinos aplaudirían o rezarían por la salvación de nuestras almas (por nuestros cuerpos ya no hay nada que hacer) y al fondo la banda sonora de la película más rosa, púrpura, melancólica y mal editada que haya existido sobre la tierra. Después un negrito saldría de la nada y cantaría “Sea of love” y tú y yo nos abrazaríamos y lloraríamos juntos todo el tiempo perdido. Se unirían más y más negritos y entonces llegaría la noche y comenzaríamos de nuevo. Tú me mirarías a los ojos y me besarías y me dirías todos los diálogos de amor que ha escrito García Márquez, que yo te habría obligado a aprender; entonces yo te miraría con ojos de borrego a medio morir y terminaría de morirme en un beso larguísimo con sabor a tutifruti. Podría terminar mirándote a los ojos, o besándote o diciéndote lo mucho que te he extrañado los últimos suspiros, y entonces (sólo entonces) suspiraría por el minúsculo tamaño de nuestros pulmones que nos obligan a interrumpir nuestros maratónicos reconocimientos de náufragos abandonados por el barco de la ilusión en la isla del deseo. Si me apuro a besarte nos sobra tiempo de inventarnos apodos. Tú me dirías unos bien tontos y tiernos: me dirías amor, ñaque, chocolatito, aguacatito, mocosita, mi vidita, y yo te diría pulgoncito, alcancía de mis anhelos, recipiente de mis besos, cesto de mis placeres, papelero de mis papeles, cajeta de mis cabras, chicharrón de mis truenos, piña de mi pastor, huevo de mis licuados, espuma de mis capuchinos, cola de mis gatos, pelo de mis empanadas, lunar de mis recovecos, cuchara de mis babas. Entonces agarraría aire y comenzaría a decirte lo mucho que te quiero y tú me mirarías a los ojos y me besarías y me dirías lo mucho que me quieres y yo te besaría, y así. Entonces los vecinos recolectarían zapatos, tacones, botas y chanclas. Qué bueno que sólo le atinan a los gatos. Miau Miau.

NI UNO MÁS

Por Marylú Vallejo Bárcenas

Dicen que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, todo... excepto los estudiantes. Claro está que ni el ITESO es un jarrito ni los estudiantes lo son todo. Es evidente que este semestre ingresó un número mayor de estudiantes en comparación a otros años y, aunque existe la infraestructura para albergarlos, su presencia ha creado un caos en puntos estratégicos del campus.
A las once de la mañana resulta imposible cruzar la cafetería central; el edificio “W” ya es un edificio de varias carreras, no sólo de filosofía; es más difícil conseguir una computadora en el “T” a cualquier hora; y así podría seguir dando ejemplos del sobrecupo de estudiantes.
Más allá de recibir recursos económicos favorables para el ITESO, el aumento de alumnos es un reflejo de la sobrepoblación en la Zona Metropolitana de Guadalajara, no solamente de personas, también de automóviles.
El ingreso diario de vehículos al ITESO es impresionante, si antes a las 8:30 am era muy fácil encontrar un lugar dentro del estacionamiento, hoy hay que rezar por encontrar uno cerca de donde habitan las ardillas.
Es necesario concientizar a la nueva población itesiana del problema que resulta del uso excesivo del automóvil.
Aunque existen propuestas alternativas como el Programa de Aventones, aún falta mucho por hacer; la solución no es un segundo piso de estacionamiento ni la construcción de nuevos edificios, ésta radica en cada uno de los itesianos: la participación para que este jarrito no reviente.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Aire

Por Axolotl

Llevaba ya la mitad de su ascenso completado pero ni el hecho de saber que pronto lograría su cometido le quitaba un poco del peso que lo había estado angustiando toda la mañana. Estaba a pocos peldaños de llegar a la cumbre y sabía que al estar allí ya nada le importaría, podría finalmente limpiar su nombre y mostrarse a sí mismo y a todo aquel que había puesto en duda su arrojo, de lo que en verdad era capaz. Al darse cuenta de que la vista se despejaba frente a él y que ya podía observar el descenso redentor que le esperaba, sangre comenzó a inundarle la cabeza, sólo para después empezar a bajar por todo su cuerpo hasta henchirlo de una emoción que sólo se podría comparar con la que le colmó el día en que, enfrente de esos mismos colegas, fracasó en su intento por aterrizar en la tolerable suavidad de la caja de arena después de haber ejecutado un majestuoso movimiento pendular impulsado únicamente por su propio peso y el apoyo del viento en su espalda.

Una vez en la cumbre, se sentó, y el contacto con el frío acero de la resbaladilla debajo de él renovó sus espíritus y le regresó el valor que le había ido abandonando poco a poco, escalón por escalón. Sin más, con el mero impulso de sus brazos y la gravedad sobre su cuerpo, se dejó ir sobre el monstruo que todos habían temido, con la única certeza de que él era el primero que intentaba dominarlo. Lo último que pensó antes de dejarse llevar sólo por lo que sus sentidos le susurraban, fue que el viento sobre su piel se sentía demasiado bien y descubrió que tal vez él no era tierra, como siempre le fue dicho, él era Aire.

El Cine y la Comunicación

Por Lucas

Son muchos los estudiantes que se inscriben al ITESO atraídos por su propuesta. En la carrera de ciencias de la comunicación existe un buen número de alumnos que ingresaron pensando en el cine como plan profesional. Pero esta tendencia no sólo es de los estudiantes de ciencias de la comunicación, las solicitudes en las escuelas de artes audiovisuales han aumentado considerablemente a partir de los repetidamente mencionados premios que ganaron Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu en el 2006.

He aquí algunos ejemplos: antes del 2006 en el Departamento de Imagen y Sonido (DIS) de la Universidad de Guadalajara el número de aspirantes a la Licenciatura en Artes Audiovisuales era de alrededor 250; para el 2007 el número de solicitantes rebasaba los 500, considerando que sólo se admiten entre 15 y 20 solicitudes al año. En el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) en el Distrito Federal, las solicitudes aumentaron de alrededor de 300 a más de 800. Esto genera cambios en los sistemas de educación que están vinculados con una educación fuertemente audiovisual en las generaciones nacidas a mediados de los años ochenta y principios de los noventa.

En el campo de la comunicación esto genera conflicto, pues los jóvenes estudiantes cinéfilos esperan adquirir un bagaje cultural a lo largo de la carrera que medianamente los prepare en esta área, pero al participar en proyectos con gente que estudia cine se dan cuenta de la brecha que existe entre ellos.

Los estudiantes de cine profundizan en un área mucho más específica de comunicación, aunque eso no impida la existencia de una amplia diversidad también en esa área, pero los comunicólogos tienen que pelar con más cosas, como cursos de carácter introductorio en los diferentes medios.

El cine es comunicación pero la comunicación no es cine, por lo menos al estudiar una carrera. Uno se tiene que ser conciente de que al entrar a estudiar comunicación no va a estudiar El Cine sino algunos de sus rasgos importantes, así como rasgos importantes de periodismo, radio e investigación (y de ésta última ya no tanto).

Por eso cada persona se tiene que hacer responsable del desarrollo que lleva en su carrera, si piensas dedicarte al cine no te quedes ahí parado y júntate con gente para realizar proyectos. Ciencias de la Comunicación ofrece una buena propuesta de teoría social que sirve para muchas cosas, pero no te va a poner una cámara en las manos a lo largo de nueve semestres. El perfil del estudiante y su iniciativa determinan si acabando la carrera puedas trabajar, y ya no digamos competir, con egresados especializados en este campo. Hazte cargo de tu carrera, más allá de tu licenciatura.

Y Sin Embargo sigue

Por Luis Eduardo Luna

Y sin embargo sigue saliendo, a pesar de la a veces reducida calidad de los textos, a pesar de no contar con un buen sistema de distribución, a pesar de la falta de colores vistosos y de la calidad de fotocopia; no se detiene. Un semestre ha pasado, 11 ediciones se han publicado y seguimos aqui, reafirmando lo que ha sido el principio rector de esta “revista”: manifestar de manera constante y pública que los alumnos de comunicación, podemos comunicar; promoviendo la participación de la comunidad universitaria y esperando que más de algún compañero se aníme a embarcarse en sus propios proyectos.


No sabemos si hemos logrado nuestros objetivos, y sin embargo seguimos aquí. En la experiencia del semestre pasado, no recibimos la participación que esperabamos por parte de nuestros compañeros, y sin embargo hemos decidio crecer. Este semestre presentamos cambios que aunque no son sustanciales, si representan una reafirmación de lo que ha sido nuestra intención con la publicación de este espacio.


Sin embargo sigue manteniendo como fuente principal el acontecer itesiano, aquello que todos nosotros tenemos en común. Mantenemos como parte principal de este espacio, la columna de opinión, texto que pretende reflexionar de manera crítica y propositiva sobre el Iteso, abriendo las puertas a la opinión del compañero estudiante. También mantenemos la sección de la fotografía que pretende mostrar una visión personal de la universidad, la fotografía es una imágen libre, tomada dentro del campus.


Sin embargo, no todo es sobre el Iteso, seguimos en nuestro afán de promover la producción literaria, manteniendo un espacio en el que existe libertad para expresar diferentes textos “artísticos” y literarios. En el mismo espíritu hemos incluído una nueva sección destinada a textos de carácter más universal y reflexivos, ensayisticos, los temas son completamente libres, pero críticos y reflexivos.


En adición a todo esto, hemos incluido de manera permanente la colaboración de caricaturistas, que en el semestre pasado habían publicado de manera esporádica. Al igual que una nueva sección llamada “Máximas universitarias” en la que se retratan los comentario cotidianos de la vida en la universidad.


Son varios los cambios que tenemos este semestre, sin embargo sigue saliendo los miércoles. Este espacio es promovido principalmente por alumnos de comunicación, sin embargo hemos incluido a compañeros de distintas carreras en la construcción de este espacio. La idea es no limitarnos, no ser herméticos hacia una sola carrera, es poder construir un espacio multidiciplinario, realizar un producto enfocado hacia los estudiantes, sin importar la licenciatura. Una visión de la unversidad según los estudiantes.


Sin embargo ya tiene centros de distribución, ésta primera edición de la nueva estapa de la “revista” ya podrá ser encontrada en sitios que nos son comunes a una gran parte de los alumnos: la biblioteca, las copias del B, las copias del Arrupe, la coordinación de la carrera de filosofía y en el cubiculo N 1, a un lado de la coordinación de comunicación.


Esperamos que esto siga creciendo y que no se detenga, las puertas están abiertas a cualquiera que quiera participar enviando textos y fotografías a nuestro correo electronico o comentando en nuestro blog, que se mantiene como versión electronica de este espacio.

jueves, 29 de mayo de 2008

En el verano

Como se podrán dar cuenta, Sin Embargo ha cesado su actividad durante el verano, pero volverá para el otoño. Estamos abiertos a sugerencias y comentarios después de un semestre de actividad para poder realizar un mejor trabajo el semestre que sigue. Si alguien desea participar de manera más constante con la publicación su participación es más que bienvenida para poder hacer de Sin Embargo algo más chido. Estamos en contacto por medio de nuestro correo sinembargoiteso@gmail.com

Suerte en el verano

Consejo editorial Sin Embargo

miércoles, 7 de mayo de 2008

Cartón


Por Rodrigo Partida

Crónica de un día de mayo

Por Sara Mandarina

Son las dos de la mañana y estoy sentada frente a mi computadora portátil que poco a poco empiezo a despreciar. Quiero dormir y las obligaciones me tienen sentada como zombie, pretendiendo que pienso, engañándome a mí misma.

Son las doce del día y veo gente en los pasillos que saludo desvergonzadamente, cayendo sólo mucho después en la cuenta de que no los conocía y los confundí. Después ignoro, porque simplemente no existen, no los veo, a los que sí son mis amigos y que han confiado sus secretos más oscuros entre tarros de cerveza oscura.

Son las cuatro de la tarde y el calor está insoportable. Me meto al coche y me abraza… me abrasa. Conduzco despistada; soy la peor cafre sobre la vía, seguro, no hay ninguna duda. Quiero llegar. Quiero chocar. Quiero detener el carro. Quiero dormir. 

Llego a la casa y me duermo una hora, que más bien parece un minuto en el infierno. Me levanto y son las seis de la tarde. El calor sigue al acecho pero toma una actitud más amable. Estoy arrebatadoramente cachonda. Pinche primavera, caramba. 

Vuelvo a tomar el coche y me dirijo al centro. Aletargada escucho la sexy voz del vocalista de Tindersticks susurrándome casi al oído. Mi meta es una chela y está tan cerca y tan lejos. Bueno, la chela y un ligue. ¡Dios, una mirada, un guiño, un beso, un faje, un polvo! ¡Algo!

Llego y no está el susodicho que me podría haber rescatado de mi ardiente efervescencia. Me engullo una cerveza. 

Repentinamente, como un relámpago, me acuerdo de algo que mi cerebro no es capaz de identificar pero mi estómago sí. Recapitulo y me pongo a pensar qué me estresó. La tarea para Ángela Godoy. ¡Coño! 

Despeinada, estreñida, con la vista nublada, el cerebro dormido, el alma inquieta y las vísceras reclamando besos y risas digo: ¡Malditos finales de semestre de primavera!

No quiero escribir...

Por Laura Liliana Ruiz

No quiero escribir, no quiero pensar, hoy me duele el cuerpo y el alma.

¿Qué personaje seré mañana?, ¿qué parte de mi alma desaparecerá mañana?, ¿qué parte de mi cuerpo adelgazará y sudará qué nuevo llanto?

No quiero escribir, hoy estoy patética, triste y fácil.

Las piernas me duelen, las he abierto tantas veces… y aún me duelen, aún me piden caricias y sueños de cuentos de hadas.

Me duele la espalda, aún me pide la sensualidad que no tiene y no tendrá. Aún me pide ser perfecta. Quiere que la mire y un espejo no le basta, quiere que la sueñe y otros ojos la destruyen. Me pide tanto y me duele tanto…


No quiero escribir, las letras me escupen abismos, mediocridades, soledades de piernas abiertas y sonrisas de mona lisa.

No quiero escribir porque me duelen estas letras pretenciosas y vacías de mí, pretenden tanto… son tan falsas...

No quiero escribir mi mierda, la maldita mosca que no me llevaré silbando.

No quiero escribir pues no siento nada. ¡Puta vida de sueños y tinta cansada, mentiras hermosas y metáforas de mierda!

No quiero escribir porque me duele el dolor que no es mío sino del vacío.
A mi corazón le cuesta latir, no quiere vivir ni morir. La pluma pausa pero aun escribe y no quiero.

¿Por qué las pausas y silencios no se escriben? ¿Cuantas hojas dejaría en blanco? ¿Cada que fumo o pienso metáforas falsas, cuántas hojas en blanco me cuestan? ¿A qué ritmo va el silencio? ¿Cuál es la partitura de esta farsa?

No quiero escribir…

miércoles, 30 de abril de 2008

Foto


Por Luis Eduardo Luna

En estos días...

Por Sara Mandarina






Estamos en finales.









Entenderte

Por Marylú Vallejo

Te conocí el primer día del primer semestre; anteriormente había escuchado de ti, pero no te di importancia. Sin embargo, ese día no logré sacarte de mi mente, te introdujiste a tal grado que soñaba continuamente contigo y con todo lo que podría hacer si te conociera más a fondo. El tiempo pasó y, día con día, clase tras clase, notaba que eras muy nombrada por todas las personas con las que platicaba, inclusive médicos. Lentamente te fuiste adueñando de mi vocabulario, como muchas otras, algunas veces de manera despectiva y otras de manera imponente; y aún así no lograba descifrarte. 

Hubiera sido muy fácil si sólo hubiera tomado un diccionario o si le preguntara a alguien que te conociera a la perfección todas tus cualidades, pero tuve miedo. Preferí quedarme con esa parte tan tuya que al mismo tiempo se había convertido en mía, con ese misterio que te rodeaba y me llenaba de intuición para, alguna vez, usarte. 

Los años han pasado; hace poco me dijeron todo lo que me faltaba conocer sobre ti. Y hoy, que me encuentro escribiendo sobre todo lo que has sido para mí, he llegado a la conclusión de que dentro de mi “progreso estudiantil” han existido varias coyunturas, entre las cuales se encuentra una muy importante: ¡entenderte, bendita Coyuntura!

Movilidad urbana es movilidad humana

Por Eduardo Martínez

Hace unos años, cuando la infraestructura de la zona metropolitana dobló su resistencia ante la presión del creciente parque vehicular, la denominada ‘Movilidad Urbana’ comenzó a ser tema periodístico, de café, de rutina. Hoy, este proceso de discusión general ha crecido en importancia con los años transcurridos. Encontrar alternativas para conseguir un flujo vehicular efectivo, es una pesquisa de todo mundo: de preocupación entre privados y públicos; responsables y espectadores; y en resumen, se habla y se trabaja para saber cómo será mejor moverse. Ahora sí son pretendidas las soluciones para el éxito en el tránsito vehicular. No obstante, debajo de los autos también hay personas moviéndose por todos lados, como hormigas, y necesitan garantizar su flujo peatonal.

¿Alguno de nosotros ya se preocupó el estatus de ‘Movilidad Física Individual’, por ejemplo en el Campus ITESO?

La muchedumbre, aunque viva en un entorno donde no parezca valer más de lo que representa el parque vehicular que la traslada de aquí para allá; también necesita de regulaciones para andar con eficacia. Y la sorpresa es que sí las hay, las hay para la gente que elige ser consciente. La que piensa un paso adelante, y piensa en virtud de sus intereses y de quienes ensamblan su entorno inmediato, con quienes intercala sus tiempos y espacios reducidos.

Voy a reflejar lo dicho, en lo cotidiano. Los cientos de estudiantes universitarios que se concentran y se apoltronan todos los días en la cara oriente de la Cafetería Central, sólo para platicar, no se dan cuenta de que su presencia a lo ancho del pasillo que lleva hasta la explanada del edificio ‘Xavier Scheifler’ obstruye e incomoda el tránsito de todos los que pasan caminando por ahí; si los universitarios, los ilustrados, no quieren hacer conscientes las necesidades de quienes componen la menor de sus circunferencias, en este caso las de movilidad personal; entonces puedo imaginarme que no hay más ni menos esperanza para depositar, en quienes están alejados de los beneficios de esta cara educación. La movilidad y la irresponsabilidad no combinan.

Con mucha buena intención y poquísima suspicacia, la dirigencia del ITESO implantó una plazuela en este sitio, para que los estudiantes pudieran ocuparla y charlar ahí, como acostumbran. El resto del campus, basto e imponente como lo es en su extensión y en sus servicios, se ve que no les interesa para desperezarse.

Lo que sí debe interesarnos es que hay varias reglas esenciales en la Movilidad Física Individual; y que no implican más esfuerzo que pensar un poco, tener buen ojo y la voluntad de no importunar el desplazamiento a los demás.Qué tal si aplicamos estas reglas en nuestra vida diaria, para garantizar una buena experiencia de movilidad peatonal cotidiana.

1.- Hay que andar siempre por la derecha. Dividamos el camino que andamos en dos sendas longitudinales, y caminemos por la del costado derecho. Esta regla simple, evita las ‘danzas de confusión’ que se generan cuando dos personas se encuentran de frente, en una vereda angosta del centro de la ciudad, por ejemplo.

2.- A platicar al parque. Si dos afectos coinciden en un pasillo o banqueta; antes de hacer pausa y saludarse, deben buscar un lugar donde no obstruyan el flujo de quienes pasean por el mismo camino, aunque no parezca venir nadie por ningún lado. Esta medida puede aplicarla uno de los dos, tres o diez implicados; el más consciente del grupo; y claro, siempre antes del beso y el abrazo que arranca la plática.

3.- Mucha prisa, poca prisa. Es más complicado de aplicarse, en especial si se trata de enfermos o de ancianos; pero es un hecho que quien lleva prisa debe encontrar un canal libre para pasar sin embestir a los demás. Quien no lleva prisa, es muy probable que no pierda nada con dejarse rebasar por el que no tiene tiempo qué perder. Hay que voltear el cuello y observar bien, para entender qué sucede a nuestras espaldas.

4.- La basura es como un tope. Básico para quienes visitan los tianguis o lugares muy congestionados. La basura, aunque sea ‘un papelito’, se acumula y en suma obstruye; y puede dificultar el paso de más de una persona dentro de la multitud. Por supuesto, si quien lee esto atiende un local o una estantería, debe guardar la basura que genera su trabajo, y responsabilizarse de ella hasta su recolección final.

5.- Ruedas no. Si va a un tianguis, a una exposición o a cualquier sitio lleno de personas; no cometa el error de hacer rodar una carreola, una bicicleta, un triciclo,  o una patineta entre las demás personas. Es incómodo para todos, entorpece el movimiento. En una idea, el móvil personal de desplazamiento, en el mejor de los casos, debe abarcar sólo el espacio de diámetro que genera el cuerpo de una persona.

6.- No suba ni estacione su auto sobre la banqueta. Esto ayuda a evitar problemas vecinales, da mejor aspecto al vecindario, facilita el tránsito por las veredas de quienes usan sillas de ruedas, ancianos, madres con hijos, ‘diablitos’ y otros tipos móviles de carga. Es imprescindible que esto se aplique, si se trata de una avenida de alto tránsito de carros.

7.- Cada noche ilumine el zaguán de su casa. La movilidad individual nocturna, es más eficaz y cómoda si se iluminan las afueras de las casas. Si quiere ahorrar luz, no sólo compre un foco ahorrador para las afueras, también apague la televisión. Eliminemos la Ciudad Gótica.

8.- Más allá de barrer y lavar la banqueta, anímese a tener en buen estado el trozo de vereda que le corresponde a su casa. Si las raíces de un árbol, a su cargo o dentro de sus territorios, levantan la plancha de cemento de su finca; piense que vale la pena, estética y funcionalmente, usar un domingo para cortar las puntas de las raíces y volver formar la banqueta. Convénzase de que es bueno que su trozo de banqueta luzca superficialmente uniforme, vistosa, presentable y útil. La gente que no tiene ‘15 años’ se lo agradecerá.

9.-La esquina no es Club Social. Especial para barrios populares, y para mujeres que caminan solas de un punto a otro. No sólo es incómodo pasar por una esquina y observar a más de dos personas sentadas o paradas charlando, da desconfianza al peatón, es símbolo de holgazanería y obliga a las personas a perder tiempo en sus traslados, ya sea porque prefieren rodear para evitar tal o cual bocacalle, o porque tienen qué bajar de la banqueta para seguir su camino.

10.-Los Cruces de Peatones, o ‘Pasos de Cebra’ son el espacio de quienes no tienen auto, frénese antes de la inminente luz roja y permítales circular con amplitud por estos pasos.

Los conflictos generados por la ineficacia, inseguridad, el riesgo y la demora del transporte en las manchas urbanas son responsabilidad de todas las personas; la movilidad urbana debe estar garantizada en su funcionalidad y desde su raíz.

miércoles, 23 de abril de 2008

Cartón


Por Guillermo Juárez

Mi escuela

Por Christopher Estrada

Estoy aprendiendo a ser comunicador desde 1995. Recuerdo que mi licenciatura se desarrolló bajo un esquema interesante pero no necesariamente efectivo: muchas materias “teóricas” en los primeros cinco semestres y el resto del tiempo dedicado a talleres y prácticas. Tuve profesores muy buenos y profesores muy malos (entre ellos, varios extranjeros malviajados) y algunos llegaron a darme más de una clase.

Recuerdo que muchos de mis compañeros no sabían escribir con meridiana propiedad ni siquiera el nombre que aparecía en su acta de nacimiento. Otros, llenos de “ideas chidas” en su cabeza, jamás movieron un dedo por hacerlas realidad. A su discurso idealista le seguía el típico reproche a la pobreza de un país que estaba saliendo de una guerra. Yo mismo me rehusaba a leer libros de teoría, porque eso era encasillarse en ideas prestadas.

Recuerdo que muchos de mis maestros se contradecían entre sí, simplemente porque no se tomaban la molestia de compartir los fundamentos de sus clases. Recuerdo que cuando torpemente concluía que un maestro no era de la talla que yo esperaba, criticaba e importunaba su clase unos días y luego, soberbia a cuestas, reprobaba voluntariamente la materia, como una ingenua autoinmolación ejemplarizante dirigida a mi escuela. En menos de un año reduje mi promedio de 9.0 a 7.1.

Ya no soy así de impulsivo… pero no he dejado que otros se encarguen de articular los conocimientos que necesito para ser un mejor comunicador. Cierto: mis clases no fueron un robusto cuerpo integrado de teorías y plataformas metodológicas probadas y pertinentes; ni siquiera tuve el privilegio de tener maestros que hubieran reflexionado sobre su propia profesión o sobre la comunicación. Pero, ¿acaso habría sabido qué hacer con eso en aquellos días? ¿Sería un mejor aprendiz de comunicador ahora? Creo que no.

No he dejado de aprender a ser comunicador desde 1995 porque mi mejor aprendizaje de la escuela fue que yo era el responsable de hacer mi escuela. Desde entonces pregunto cuando algo me inquieta de más, leo cuando un maestro no me satisface, organizo mi consumo de noticias, me empapo de arte, busco hacer concreto lo abstracto… De repente, me encontré con amigos que hacían lo mismo y entonces sí me sentí parte de una escuela. Es una construcción hecha por nosotros mismos, claro, pero frente a ella me siento satisfecho de mí mismo y preparado para construir mucho más.

Malditos ellos…

Por Sara Mandarina

Es la época de finales y como un monstruo que levanta la pata lenta pero decididamente, prometen aplastarnos. Yo no entiendo, la mera verdá’, por qué nos hacen pasar estos suplicios. Todos los profesores, confabulados diabólicamente, deciden dejar hasta el final (de ahí el dichoso nombrecito) el castigo máximo, haciendo sutiles y paradójicas referencias bíblicas (con eso del castigo final, digo). Castigo que disfrazan de inversión: invertimos nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestras noches en aprender, en desentelarañar nuestra capacidad reflexiva, analítica y sintética y ejercitar ese fabuloso y nunca bien ponderado músculo conocido mandarinescamente como cerebrín. 

¿Y por qué castigo? Una de dos: o somos bien inteligentes y el profe nos está aplicando esa de “lo que no nos mata nos hace más fuertes” o de plano le deyectamos (o sea, cagamos) al susodicho académico y la explicación al castigo no se hace necesaria. El caso es que en estas fechas, el ITESO se convierte del antro que abre más temprano y donde te dejan pasar incluso descalzo al purgatorio a donde todos vamos a parir chayotes y comparar el avance de nuestro trabajo con todo aquel que se nos cruza por los pasillos, para no sentirnos tan mal o agobiados cuando nos damos cuenta que hay unos cuantos perdidos que ni enterados están del mentado trabajo. 

Tu Bandera

Por Jaime García 

Espero conocer los monumentos, 
y también las avenidas principales,
nunca me ha gustado andar por lo pisado, 
pero seré turista sin cuestionar las huellas del pasado.

Cargo ya con pasaporte, 
con los sellos que confirman lo vivido,
no esperes un hombre con camino recorrido, 
soy solamente del silencio un viejo conocido.

Exploraré sin duda cada puerto, 
olvidando cada barco anclado en tu misterio.

Dejaré lo claro a los de siempre, 
me instalaré en los suburbios de tu vientre,

Y tocaré despacio los adentros, 
inhalando el olor de tu universo,
prepararé la ducha, prenderé la hoguera 
y le haré el amor a tu bandera.

miércoles, 16 de abril de 2008

La foto


Por Humberto Rosales

La pesadilla cotidiana

Por: Dani Lu Rodrìguez Martìnez

“¡No manches! ¿A qué hora se termina esto?” pensé apenas pasados cinco minutos de haber empezado la clase. 

“No me interesa lo que tengas que decir, no me interesa tu punto de vista, ni tu opinión; lo único que me interesa es lo que yo tengo que decir, y si me da la gana te voy a ignorar.” 
Sin hablar, eso es lo que él dice. 

- Profe, me tengo que salir un poco más temprano de la clase hoy, ¿está bien?
- Pues no, lo siento, cuando se acabe la clase, se acabará. 
Yo pensé: ¡¡¿¿en serio??!! 

Sin nada más que decir aparte de: “bueno, eso es todo, se pueden ir”, algunas sesiones después de ese lunes él terminó la clase cuarenta minutos antes de lo normal. Ese día él tenía ya el plan de irse temprano. Quería  ir a un concierto. No recuerdo que haya concluido el tema de aquella sesión. Concluir parecía siempre tan importante para él. Ese día no. 

El día de la evaluación: “nadie volvería a tener una clase con él”. ¡Yo no puedo adivinar por qué!

Todo un semestre pasó por mi cabeza lentamente; eran una tortura cuatro horas a la semana, escuchando un tono de voz sin identidad. No sé decir si es de México, si es de Jalisco o si es de Sinaloa… simplemente insoportable. Un escalofrío horrible cada vez que extendía la ultima sílaba de cada palabra. Y cuando al final escuché de su boca: “tienes cinco” abrí los ojos. Todo fue una pesadilla. 

En realidad ese es el sueño: pensar que todo fue una creación de mi mente mientras mi cuerpo descansaba. La verdad es que esto es mi pesadilla cotidiana. 

Entre citas te verás…

Por: Miguel Angel Cedeño

Casi desde los primeros días en el ITESO, los profesores de las diversas asignaturas piden a sus alumnos trabajos escritos –ensayos, reflexiones, reportes de lectura-, a la vez que piden que se haga referencia directa al texto con el cual se trabaja y que citen según lo dicta las reglas del APA (American Psychological Association), para dar el debido crédito al autor.

El problema surge al momento de citar, puesto que entre los mismos profesores no existe certeza sobre el método. Varía la manera en que piden las citas y en muchas ocasiones te entregan guías de cómo hacerlo, pero no concuerda con la que te dio el profesor de tu siguiente clase. Que si pie de página, al final del texto o con citas dentro de éste; que si el título subrayado o en cursivas… no lo sé.

Es por eso que es necesario que los diferentes departamentos dentro de la universidad –muy en especial los de ciencias sociales- conformen una guía que estandarice la manera en que los alumnos debemos citar en nuestros trabajos escolares, esto sin otro fin que evitar problemas personales que se vieran reflejados en nuestras calificaciones y a la propia universidad, por aquello de los derechos de autor.

Ya pertenezcamos al Departamento de Estudios Socioculturales (DESO), donde es de vital importancia, o a cualquier otro, surge la necesidad de esta propuesta personal –sobre todo en las asignaturas de Currículum Universitario- para ahorrarnos problemas y dificultades al momento de realizar nuestros escritos, haciéndolos de mayor calidad y creando credibilidad ante los ojos de nuestros lectores.

La piedra en el zapato

Por Luis Eduardo Luna

La escuela, en su interés por preparar a los alumnos para el mundo profesional, utiliza una de las herramientas didácticas más provechosas, más subestimadas y más difíciles para los alumnos: los trabajos en equipo. Cada semestre tiene por lo menos uno, y es la piedra en el zapato del alumno. 

En un trabajo en equipo hay quien no hace nada y hay quien hace todo. Existen los que discuten hasta el más mínimo detalle del trabajo, y también los que se resignan a aceptar los mandatos de unos pocos. Hay veces que no existe claridad sobre de qué trata el trabajo encomendado. Los problemas de horarios y tiempos complican la dedicación de los miembros del equipo a la tarea; con tantas facilidades de comunicación, el problema no está ahí. El problema parece estar en la falta de compromiso hacia la tarea.

miércoles, 9 de abril de 2008

Cartón

Aviso de Ocasión


Publicado en Mural. Por Alax

De amores y engaños, historia contada desde la cómplice y una vecina

Por: Sara Mandarina

Una vez me llevabas de la mano por una calle (un poco oscura y vacía, por supuesto) y pasamos frente a una tienda de antigüedades que tenía un espejo en la vitrina. Yo de reojo volteé y me miré sorprendida. Tenía plantada en la cara una sonrisa letárgica, que estaba ahí casi por inercia; era una sonrisa falsa que quería llegar a verdadera. Y aparte unos ojos de frustración resignada. Todo junto, combinado. Resultaba patética. Y quizá no sólo por la sonrisa y los ojos sino porque inmediatamente decidí que así me quería quedar. Porque de otra forma (si la sonrisa se borraba y la frustración dejaba de resignarse) nuestro amor se iba a diluir en las aguas turbias de la indiferencia citadina. 

Pobre de aquella, rumoran las gentes a tu paso. Tú que te crees tan bien acompañada y estás tan sola. Levantas el polvo al andar y polvo es lo único que va contigo, que te acompaña y se queda en ti. Pobre de aquella, tan sola y tan abandonada por todos, por sí misma. 

Tú (y ella), yo (sólo yo, incluso un poco menos que yo) y nuestras circunstancias (los encuentros clandestinos y casi ilegales) fuimos los ingredientes echados a perder de un platillo que hubiera parecido suculento.

Te sigo de cerca y te veo nítida, aunque tú ya sólo distingas una sombra. Te he visto llorando frente al espejo, cuando te palpas la cara y te das cuenta que ya no estás, que eres un recuerdo. Ya te lo habíamos dicho todos, niña terca, en polvo te estás convirtiendo.

Y tú seguías tan cabrón, con ese aire de ingenuidad que te perdonaba todo y te absolvía de tus pecados. Las verdades que me escupías y derrumbaban todos los muros que yo intentaba alzar para aislarme, para no ver la realidad y aislarme en mis mentiras piadosas. Tú, que te erigías como el salvador, la promesa, el amor materializado en un abrazo y una mirada (infinitamente no patética).

Todos sabemos de tu desgracia, querida, tú eres la única que le voltea la cara a tu situación. Dices que no crees en Dios, que no te vas a encomendar a nadie, pero yo sé que tú te das cuenta de que estás en el infierno. 

Devastadoramente claro, arrebatadoramente pasional, absurdamente único, eternamente ajeno. Así eras tú. 

El amor es para volverse loco, princesa, y después sanar. El amor es obstinado e irracional, y tú siempre tan ensimismada, tan reflexiva. Esos besos, esos abrazos, no son tuyos; son compartidos, prestados. Tú te crees que eso que tienes es trascendental, pero en realidad sólo eres víctima de una trampa disfrazada de favor que la vida te tiende.

Mi muy, muy particular punto de vista.

Por Erick Flores Garnelo 

Es válido decir lo que uno piensa. En base a esto puedo decir que los lineamientos del ITESO en el ámbito académico son buenos. El hecho de que no se le encuentre algún sentido táctil hasta el momento no quiere decir que no sirva. Como bien sabemos, cada semestre cambian maestros y por lo tanto perspectivas; pero no quiere decir que no podamos armar nuestro propio rompecabezas de conocimiento.

¿A qué me refiero? Muy simple: el conocimiento se construye y se hila. Si uno no puede ver el ligamento entre una teoría y otra quiere decir que a lo mejor carece de la imaginación sociológica, como diría Wright Mills: “la imaginación sociológica consiste en la capacidad de pasar de una perspectiva a otra y en el proceso de formar una opinión adecuada de una sociedad total y de sus componentes” .

Por lo tanto decir que no hay una relación entre perspectivas depende de la persona que está tomando la clase, ya que el maestro no te va llevar la sopa masticada y te la va dar en la boca, sino que te va decir cómo prepararla. De ahí que nuestro deber como estudiante no sea simplemente tomar el concepto del otro sino hacer los nuestros.

Finalizo diciendo que sería contraproducente sólo ver un lado de la teoría, es como ver el mundo solamente de noche y olvidarse del día. Así concluyo que a lo mejor el ITESO no ofrece lo mejor, pero eso depende de cada estudiante; es muy fácil decir que no hay una conexión entre las clases, semestres y maestros pero esa conexión no es visible y depende de la habilidad de cada quien.

martes, 1 de abril de 2008

Foto por Angel Urzua

Por Sara Mandarina

El amor existe. Es el vacío de tus labios rellenando mi cuerpo con flores silvestres que se expanden en el horizonte y atrapan al desconocido cuerpo de la atemporalidad. 

Miro las palmas de mis manos y me doy cuenta del vacío profundo y oscuro donde habitas en las noches de frío, refugiada de las historias de tragedia y buscando la respuesta a la nada.

Eres tú el amor y no tus pechos. Eres tú y el silencio y el éxtasis. Eres tú entre el humo de cigarro que inunda el bar y me asfixia en una distancia que me mata.

Poco a poco me voy quedando sin ojos. Así ya no te miras en mí. Así ya no provoco el reflejo de tu figura que tu personalidad narcisista adora. Así soy yo sin mí y tú eternamente conmigo. 

Te mutilo por las noches y tú no te das cuenta. Tú eres tú en ti misma y en mi ausencia. Poco a poco pierdo la paciencia. El calor de esta primavera insoportablemente febril recorre mi cuerpo y atrapa mis vísceras. Me muero sin ti.

Eres la confusión, la tormenta, el cariño, la caricia, el grito reprimido, el aullido elevado al cielo. Eres tú, tú, tú. Eres todas las desgracias juntas y la divinidad en pantalones de mezclilla. Tú eres lo sagrado y lo sacrílego; tú eres Dios y tu propia hereje. 

Tú eres mi conciencia y el cabello largo de la lejanía. 

Eres el vapor de mis recuerdos y la marea de mi presente, el naufragio de mi futuro. El peor augurio y la más exquisita adivinanza. 

Tú eres mi risa que llora por las noches. Eres la esperanza que agoniza en su lecho. Eres el mal, el bien y todos los besos que hay en medio. Eres el enojo, la insatisfacción, el desacuerdo, la repulsión. Eres mis ganas de asfixiarte en un beso, la locura, el desorden, las circunferencias perdidas, los amores robados, los tal vez, el adiós. 

La divinidad eres tú entre mis manos volando.

Y tú te limitas a pretender que no. Sujetas la cámara y cualquier cosa se convierte interesante y yo me hago cenizas. El retrato del abuelo, el primer beso, el viaje a lo inefable, la última despedida, los abrazos y el polvo. 

Tú te limitas a fotografiar, Eva, y yo a morir en tus brazos cruzados. 

La escuela

Por Luis Eduardo Luna

A lo largo de mi experiencia en la carrera de Comunicación (cinco semestres) he notado la poca coordinación teórica que existe a lo largo de la carrera. Con esto me refiero a que mientras en una clase se aborda el fenómeno social y de la comunicación a partir del concepto de “representación social”, en otra se realiza con base en las “formas simbólicas” y no hay un sustento que logre amarrar ambas ideas. Uno debe jugar al malabar con los conceptos y medio comprender que al final de cuentas todos hablan más o menos de lo mismo, de la realidad social.

Es lógico pensar que en una carrera universitaria los semestres van a tener cierto grado de secuencia en cuanto al conocimiento que se imparte. Pero parece que más bien cada materia y profesor se va por su lado desoyendo a los profesores que vinieron antes que él. Cada semestre parece ser un borrón y cuenta nueva. Del mismo modo los profesores se han dado a la tarea de digerir los conocimientos para que el alumno no se haga tantas bolas con teorías realmente ambiciosas y completas. Para el alumno es realmente complicado porque uno termina medio sabiendo qué dijo Bourdieu sin leer un solo texto escrito por él. 

La falta de escuela en la carrera de comunicación produce que eventualmente los conocimientos que se adquieren en los primeros semestres sean olvidados porque al final de la carrera son aplastados por nuevos enfoques teóricos. Sugiero entonces que olviden toda la idea de la ruta sugerido de materias porque para efectos prácticos no importa, en cada clase se realizará una construcción teórica independiente de todo lo que se haya visto.

Lo peor de todo es que conceptos elementales para el estudio de la comunicación no están aclarados. Lo mismo da hablar de información, comunicación, realidad, imaginario y cultura; no existe una teoría a partir de la cual sustentar nuestras opiniones, y como no conocemos bien a ningún autor y ninguna propuesta conceptual, no podemos dialogar con los textos ni con los autores.

No hay escuela de comunicación. Tal vez la misma carrera refleja que no existe un acuerdo sobre cómo enseñar comunicación. Tal vez el mundo de la comunicación es eso, una colección de diferentes visiones de la misma cosa. Y con eso trabajamos, con visiones diferentes. Al cabo que todo o casi todo es una construcción hecha por nosotros mismos.

lunes, 31 de marzo de 2008

Entre clases


Foto por Patricia Karenina Casarín

Por Luis Eduardo Luna

Sientes la cafeína recorriendo tus venas, llegando a cada rincón de tu cuerpo. Estás alterada, matando por un cigarrillo entre los pasillos que llevan únicamente hacia ceniceros llenos de colillas y cigarros a medio fumar. Los ves y piensas si estará mal tomar uno, al cabo que apenas le fumó antes de tirarlo. ¿Serás muy morta? De cualquier manera no tienes encendedor. Tendrás que buscar fuego, y donde hay fuego, hay cigarrillos. 

Das pequeños sorbos al vaso de café. Americano, sin azúcar, como se toma el de a de veras. Te sientes muy chida, y piensas en todas las niñas que sólo piden capuchinos, te ríes de ellas a sus espaldas, eres mejor que ellas. Tú tienes más dinero porque no gastas tanto en café. ¿Si tienes dinero, por qué no tienes cigarros? Eres una coda, viendo cómo un desconocido sentado sobre los escalones de la cafetería saca un 
cigarrillo. No puedes ir a pedirle uno, te da mucha pena. Ya no eres tan chida, sabes que lo deseas, no has fumado nada desde la última clase y ya va a comenzar la que sigue. ¿Qué vas  hacer?

Terminas tu café y avientas el vaso. Crees que eso te dará el valor para ir y pedirle un cigarro a ese desconocido. Te acercas con cuidado, piensas una y otra vez lo que vas a decir. Oye disculpa ¿no tendrás un cigarrillo que me regales? Eso dirás cuando estés lo suficientemente cerca. De repente se levanta y camina hacia ti. Te confundes y te alejas. Perdiste tu oportunidad. 

Ya no tienes café y el tiempo se te termina. Necesitas ese cigarro para poder sobrevivir la clase. Sabes que el profesor es sumamente aburrido. Siempre has pensado que no debería de dar clases. Pero sigues ahí, no tienes el valor para irte de la clase, te sientes presa de tus decisiones y sigues preguntándote ¿por qué no compraste cigarros en la mañana? 

Caminas con resignación hacia la clase, con la esperanza de que algún colega del humo se cruce en tu camino y te regale un cigarro. Pero no hay nadie familiar, sólo desconocidos en el pasillo, algunos tienen cigarros, otros no. Pero ya no te importa, ni siquiera tienes tiempo para fumarlo, talvez puedas conseguir uno ahorita y lo fumas al salir, pero prefieres comenzar la búsqueda desde cero.  Eres una coda, no has comprado cigarros en una semana y vives del vicio de los demás. Hoy por la tarde vas a comprar cigarros y mañana te vas a ahorrar la frustración, o por lo menos eso te dices.

No somos tontos

Por Eunice Donaji Garcia 

Desde que entré al ITESO los maestros han dejado entrever una preocupación sobre la manera en que nuestra generación ha desarrollado procesos cognitivos y suelen mover la cabeza (¿será lástima?) ante una ignorancia constante y colectiva de los alumnos, eso si repartiendo el peso  entre las  instituciones: 
somos tontos pero no es nuestra culpa. 

¿Será cierto? 

Es que de repente nos encontramos con comunicadores que han crecido bajo la, quién-sabe-cuantas-veces operada, mirada de Paty Chapoy, el sarcasmo barato de Adal Ramones y los reality shows morbosos que hace algún tiempo inundaron la televisión, entre otras cosas. 

¿De qué le sirve entonces a nuestras pobres neuronas hacer sinapsis como locas? Células altamente evolucionadas convertidas en meras señoras de lavadero. 

Pero no todo está perdido.

Resulta que somos estudiantes y que esos mismos profesores que mueven la cabeza pueden hacer a un lado la lastima y empujarnos a un desarrollo de mayor calidad. 

Eso si, nosotros como universitarios (que implica más que tener credencial actualizada) debemos cuestionar nuestra manera de adquirir conocimiento y del uso que le damos a este conocimiento: 
vamos a clases, hacemos tarea ¿y luego qué? 

No digo que salgas a devorarte el fondo ITESO- Clavijero y que te conviertas en un pensador erudito mundialmente reconocido, ni que seas en el nuevo libertador de los satanizados medios de comunicación ¡no! Solo te pido, pidámonos, pensar en cómo es qué estamos pensando (tiene más sentido del que a 
primera vista se lee) y qué viene después de ese pensar. 

Tonto, según el pequeño Larousse, es aquél que tiene o demuestra poca inteligencia o escaso entendimiento. 

Y tú ¿ya entendiste? ¿o piensas seguir sin existir? 

La locura como bala

Por: Luis Eduardo Luna y Sara Mandarina 

Si él se hubiera puesto a pensar en las implicaciones morales de su decisión, nunca habría pisado aquellas tierras inhóspitas del riesgo. Ahí estaba sentado, contemplando el vacío entre sus rodillas, en espera de que llegara el momento preciso. 

Escucha, papá. Genaro está dentro. ¿Lo oyes? Levántate del suelo, me contestó. Yo, por supuesto, estaba tirada panza abajo en el suelo de mi casa esperando oír a mi hermano Genaro. A mí nadie me engaña, papá, le dije. Yo sé que mi mamá se está poniendo gorda por tragona y en realidad la tierra es la que va a dar a luz a mi hermano, ¿Tú qué piensas? Tú también estás gordo. 

El tiempo pasaba y nada. Seguía siendo la misma cosa, él sabía lo que podría venir pero no llegaba. En su cabeza se inventaba las posibles reacciones de su mujer, las consecuencias de sus actos se hacían presentes en el vacío entre sus rodillas. 

Me molestas muchísimo, chilpayata número uno. A ver, hija, ¿qué te hace pensar que tengo tiempo para estas bembadas? Tu mamá está embarazada y tú no tienes edad de entenderlo. Aunque sí, claro que tienes edad. ¿A qué vas a la escuela? ¿Vas a la escuela? ¿Cuántos años cumpliste hace poco? ¿Y mis píldoras? ¿Y si digo la verdad? No. Mejor no digo nada, ella se enterará eventualmente. ¿Y si se entera por Juan? Ese Juan tiene la lengua muy larga, no sabe distinguir entre sus asuntos y los de los demás. Nunca debí haberle comentado. Pero necesitaba decírselo a alguien. Seguramente ya se lo dijo, es por eso que no ha llegado. Ya es tarde, ya debería de estar aquí pero no, está con Juan. 

Me siento en una silla de piel rota desgarrada por los años. Hace calor y sólo traigo calzones. Mi papá está tirado en el suelo delante de mí, ahogado en el charco de esa sangre que yo sospecho que es suya. Y mi mamá sigue gorda y alta y fea y con mirada de ogro. Cocina huevos. No me gustan revueltos. Espero a Genaro pero vaya que tarda. 

Ilustración