Por Horacio Pérez
¡Órale, qué bien! Cuántos servicios podemos encontrar dentro de nuestra universidad: cafeterías, locales donde se ofrecen diversas variedades de alimentos o productos diversos para el antojo: paletas, papas, dulces, etc; servicio de papelería, librería, fotocopiadoras, agencia de viajes, banco, etc. Qué más se puede pedir… bueno, entiendo que más de alguno quisiéramos algún expendio de chelas y anexos.
Ante una variedad de opciones que ofrecen, lo mínimamente necesario para llevar con facilidad y cierta comodidad, la satisfacción de necesidades que van a la par de la vida que desarrollamos en nuestra universidad, podemos sentirnos reconfortados.
Sin embargo… la mayoría de los servicios que aquí se nos ofrecen, más de alguna vez tú y yo hemos llegado a sentir que sus precios son algo elevados y en ocasiones, el servicio no es de la mejor calidad, ejemplo: copias de 50 centavos que son poco legibles; preparados de alimentos muy racionados si tomamos en cuenta su precio, pues si tú quieres darte una comida como Dios manda, mínimo tienes que gastar entre $35 y $40. A veces presiento que en todo esto está implícito un presupuesto: “ellos pueden pagar, están aquí”
Todas las personas que se preocupan por ofrecernos servicios de alimentos, papelería, cosas muy necesarias para todo estudiante, es de valorarse su dedicación al ofrecernos todos estos servicios, pero bueno, sé que en ninguno dice: “Comedor asistencial estudiantil”, para ellos es su trabajo y su forma de subsistencia. Pero mi incomodidad busca manifestar el elevado costo que muchos de esos servicios tienen. Claro, no se trata de querer o no pagar por un servicio que requiero, sino de encontrar servicios a precios más acordes al producto y a la condición de estudiantes que hoy nos identifica. Sabemos que un negocio que no da, no es negocio y va a la quiebra. Pero ¿por qué tengo que pagar $10 pesos por un refresco con un costo comercial de $6? ¿No sería $8 el costo más justo? (No entro en detalles en el concepto de justicia, pues habrá quien piense: “Pero ¿qué es lo justo?” y ni con todo el discurrir del pensamiento platónico de justicia y etc., daríamos pronta solución.)
Entonces, ¿en dónde radica el problema? ¿En el costo de los servicios? Tal vez, así lo considero, el problema está en el supuesto que tiene en mente todo aquel que pone un negocio en nuestra universidad y que piensa encontrar en ella: consumidores con la solvencia económica para pagar el precio que se les pida. O es acaso que ¿las rentas que pagan por los locales son muy altas?
Todos somos consumidores y alguna vez hemos ofrecido un servicio. En estos meses las cosas no pintan fácil: costos de productos básicos suben, esto repercute en todos los niveles, pero antes de gasolinazos o crisis alimentaria, ya teníamos esta situación en nuestra universidad.
Como ya mencioné, no se trata de querer pagar o no el precio por un servicio que solicito y necesito, pero por qué pagar la utilidad exagerada que se le agrega. No por que se tenga el dinero para ello o se requiera el servicio se ha de abusar, y entonces no haya de otra que decir: “Ok, aquí tiene, gracias”.
¡Órale, qué bien! Cuántos servicios podemos encontrar dentro de nuestra universidad: cafeterías, locales donde se ofrecen diversas variedades de alimentos o productos diversos para el antojo: paletas, papas, dulces, etc; servicio de papelería, librería, fotocopiadoras, agencia de viajes, banco, etc. Qué más se puede pedir… bueno, entiendo que más de alguno quisiéramos algún expendio de chelas y anexos.
Ante una variedad de opciones que ofrecen, lo mínimamente necesario para llevar con facilidad y cierta comodidad, la satisfacción de necesidades que van a la par de la vida que desarrollamos en nuestra universidad, podemos sentirnos reconfortados.
Sin embargo… la mayoría de los servicios que aquí se nos ofrecen, más de alguna vez tú y yo hemos llegado a sentir que sus precios son algo elevados y en ocasiones, el servicio no es de la mejor calidad, ejemplo: copias de 50 centavos que son poco legibles; preparados de alimentos muy racionados si tomamos en cuenta su precio, pues si tú quieres darte una comida como Dios manda, mínimo tienes que gastar entre $35 y $40. A veces presiento que en todo esto está implícito un presupuesto: “ellos pueden pagar, están aquí”
Todas las personas que se preocupan por ofrecernos servicios de alimentos, papelería, cosas muy necesarias para todo estudiante, es de valorarse su dedicación al ofrecernos todos estos servicios, pero bueno, sé que en ninguno dice: “Comedor asistencial estudiantil”, para ellos es su trabajo y su forma de subsistencia. Pero mi incomodidad busca manifestar el elevado costo que muchos de esos servicios tienen. Claro, no se trata de querer o no pagar por un servicio que requiero, sino de encontrar servicios a precios más acordes al producto y a la condición de estudiantes que hoy nos identifica. Sabemos que un negocio que no da, no es negocio y va a la quiebra. Pero ¿por qué tengo que pagar $10 pesos por un refresco con un costo comercial de $6? ¿No sería $8 el costo más justo? (No entro en detalles en el concepto de justicia, pues habrá quien piense: “Pero ¿qué es lo justo?” y ni con todo el discurrir del pensamiento platónico de justicia y etc., daríamos pronta solución.)
Entonces, ¿en dónde radica el problema? ¿En el costo de los servicios? Tal vez, así lo considero, el problema está en el supuesto que tiene en mente todo aquel que pone un negocio en nuestra universidad y que piensa encontrar en ella: consumidores con la solvencia económica para pagar el precio que se les pida. O es acaso que ¿las rentas que pagan por los locales son muy altas?
Todos somos consumidores y alguna vez hemos ofrecido un servicio. En estos meses las cosas no pintan fácil: costos de productos básicos suben, esto repercute en todos los niveles, pero antes de gasolinazos o crisis alimentaria, ya teníamos esta situación en nuestra universidad.
Como ya mencioné, no se trata de querer pagar o no el precio por un servicio que solicito y necesito, pero por qué pagar la utilidad exagerada que se le agrega. No por que se tenga el dinero para ello o se requiera el servicio se ha de abusar, y entonces no haya de otra que decir: “Ok, aquí tiene, gracias”.
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