miércoles, 7 de mayo de 2008

Cartón


Por Rodrigo Partida

Crónica de un día de mayo

Por Sara Mandarina

Son las dos de la mañana y estoy sentada frente a mi computadora portátil que poco a poco empiezo a despreciar. Quiero dormir y las obligaciones me tienen sentada como zombie, pretendiendo que pienso, engañándome a mí misma.

Son las doce del día y veo gente en los pasillos que saludo desvergonzadamente, cayendo sólo mucho después en la cuenta de que no los conocía y los confundí. Después ignoro, porque simplemente no existen, no los veo, a los que sí son mis amigos y que han confiado sus secretos más oscuros entre tarros de cerveza oscura.

Son las cuatro de la tarde y el calor está insoportable. Me meto al coche y me abraza… me abrasa. Conduzco despistada; soy la peor cafre sobre la vía, seguro, no hay ninguna duda. Quiero llegar. Quiero chocar. Quiero detener el carro. Quiero dormir. 

Llego a la casa y me duermo una hora, que más bien parece un minuto en el infierno. Me levanto y son las seis de la tarde. El calor sigue al acecho pero toma una actitud más amable. Estoy arrebatadoramente cachonda. Pinche primavera, caramba. 

Vuelvo a tomar el coche y me dirijo al centro. Aletargada escucho la sexy voz del vocalista de Tindersticks susurrándome casi al oído. Mi meta es una chela y está tan cerca y tan lejos. Bueno, la chela y un ligue. ¡Dios, una mirada, un guiño, un beso, un faje, un polvo! ¡Algo!

Llego y no está el susodicho que me podría haber rescatado de mi ardiente efervescencia. Me engullo una cerveza. 

Repentinamente, como un relámpago, me acuerdo de algo que mi cerebro no es capaz de identificar pero mi estómago sí. Recapitulo y me pongo a pensar qué me estresó. La tarea para Ángela Godoy. ¡Coño! 

Despeinada, estreñida, con la vista nublada, el cerebro dormido, el alma inquieta y las vísceras reclamando besos y risas digo: ¡Malditos finales de semestre de primavera!

No quiero escribir...

Por Laura Liliana Ruiz

No quiero escribir, no quiero pensar, hoy me duele el cuerpo y el alma.

¿Qué personaje seré mañana?, ¿qué parte de mi alma desaparecerá mañana?, ¿qué parte de mi cuerpo adelgazará y sudará qué nuevo llanto?

No quiero escribir, hoy estoy patética, triste y fácil.

Las piernas me duelen, las he abierto tantas veces… y aún me duelen, aún me piden caricias y sueños de cuentos de hadas.

Me duele la espalda, aún me pide la sensualidad que no tiene y no tendrá. Aún me pide ser perfecta. Quiere que la mire y un espejo no le basta, quiere que la sueñe y otros ojos la destruyen. Me pide tanto y me duele tanto…


No quiero escribir, las letras me escupen abismos, mediocridades, soledades de piernas abiertas y sonrisas de mona lisa.

No quiero escribir porque me duelen estas letras pretenciosas y vacías de mí, pretenden tanto… son tan falsas...

No quiero escribir mi mierda, la maldita mosca que no me llevaré silbando.

No quiero escribir pues no siento nada. ¡Puta vida de sueños y tinta cansada, mentiras hermosas y metáforas de mierda!

No quiero escribir porque me duele el dolor que no es mío sino del vacío.
A mi corazón le cuesta latir, no quiere vivir ni morir. La pluma pausa pero aun escribe y no quiero.

¿Por qué las pausas y silencios no se escriben? ¿Cuantas hojas dejaría en blanco? ¿Cada que fumo o pienso metáforas falsas, cuántas hojas en blanco me cuestan? ¿A qué ritmo va el silencio? ¿Cuál es la partitura de esta farsa?

No quiero escribir…