miércoles, 24 de septiembre de 2008

Checa el Fondo


Por Luis Eduardo Luna

Valemadrismo inmóvil

Por Fernando Hernández

Ya vamos por el mes de clases, otros tres y medio y me gradúo por cierto. Pero, contrario a lo que uno esperaría de alguien próximo a graduarse a mí no me aqueja tanto el valemadrismo. Sobre todo aquél valemadrismo inmóvil ante temas fundamentales para la vida cotidiana de los universitarios: la movilidad.
11 am y en el ITESO es imposible encontrar un cajón de estacionamiento. Son insuficientes a partir de ya, y también para los que se estacionan en doble cajón. Un aplauso para ellos.
Estos alumnos de primer ingreso me impresionan, el haber conseguido que sus papás los doten de un reluciente carro para que en carne propia experimenten los estragos del tráfico y de la incapacidad de los gobernantes en turno de hacer algo es una verdadera muestra de amor. No sólo ellos pues, también estamos los de semestres arriba. Añadamos el valemadrismo inmóvil de los cientos de miles de personas que transitan patéticamente por la ciudad. No sé tú estimado conductor, pero cuando me bajo del coche y camino por las calles me siento humillado al ver que ya ni siquiera me dejas el paso de cebra disponible. ¿Sabes lo que es un paso de cebra? No quiero saber qué pasa con los minusválidos a quienes no vemos pero ah ¿qué oportunos son esos lugares pintados de azul para estacionarse porque quedan más cerquita no?
Llega la hora de la salida y salen disparados miles de carros del Iteso. Uno por piocha. Contados con los dedos de la mano los que van llenos o traen su cartelito de que ellos sí dan aventón. Hace cuatro años cuando entré, todavía no había necesidad. Pero son otros tiempos diría yo. O igual hace cuatro años me valía madre.
La situación es crítica, y yo, como alumno a quien ya mero le cantan las golondrinas no me queda más que ser necio con la solución imperfecta. No hay viaducto, nodo vial o hummer con alberca, que haga menos miserable nuestro andar por la ciudad. Sólo necesitamos un cambio de actitud: vivir en las fuentes y venirse en coche es ridículo. Casos y pretextos hay miles. Miedo dice la mayoría. Los que ya nos venimos en bici lo ponemos en la balanza en contraparte con la felicidad, salud y estética (valor inconfundible de nuestros tiempos) que deriva del uso de la bicicleta. ¿Han visto las piernas de las alumnas que llegan en bici? Uff.
Por mientras, nos tocan acciones pequeñitas en lo que vamos despertando a los demás a animarse a andar en bici, a usar transporte público, y ya si de plano hay un complejo de rápido y furioso, ¿pues al menos hay que hacer un coche sardina no? Hacer esto no hará que los demás duden de su poder adquisitivo.
Por cierto, ¿a qué hora debe pasar el camioncito del ITESO? ¿Te vale madre verdad? Pues entonces Salúdame al semáforo, que de seguro ha de estar en rojo.

Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"Soy un artista patriota: pinté el país de verde y rojo"- Hombre.

"Ella siempre ha querido vivir con él, pero sus papas no la dejarían sin casarse"- Estudiante mujer.

"Hoy cuando estabas desayunando te observé, y estás, del uno al diez, tres puntos más guapo que cuando usabas lentes"- Estudiante mujer

Historia de los orgasmos estreidentes (segunda parte)

Por Sara Mandarina
Cada uno se iba por su lado, a las actividades de todos los días. Joaquín a la aseguradora y Carmen a la oficina. No se veían para comer, no les ajustaba el poco tiempo que tenían en su trabajo destinado a esta actividad. El tráfico, el smog, el transporte público, la lluvia. Cualquier razón valía. Ambos preferían, de hecho, hacerse creer mutuamente y a sí mismos que era absolutamente imposible que se vieran a esa hora. Para Carmen era un momento menos de convivencia decadente y falsa; para Joaquín era simplemente la manera en que las cosas tenían que suceder: se veían poco y esto implicaba, naturalmente, que se tenían que soportar poco; y de la pequeña cantidad de tiempo que compartían juntos ni siquiera hablaban o se miraban o se gritaban. Simplemente jugaban a ver quién hacía mejor el papel de enamorado. No, mejor aún: jugaban a ver quién aguantaba más haciendo el papel de enamorado.

Joaquín tenía miedo de todo y lo manifestaba en forma de violencia. Desde pequeño recuerda haber perdido todo aquello que realmente le interesaba (su mamá, su mejor amigo, su pelota de fútbol, su hamster, su viaje a Estados Unidos…) y cuando encontró lo que verdaderamente quería hacer perdurar, se topó con la noticia de que el miedo no había hecho más que intensificarse. Lo congelaba el temor de perderla, de estropear las cosas, de no ser suficiente. Entonces gritó, golpeó, calló. Y la relación se empezó a venir abajo. Discretamente, casi con decoro. Imperceptible para los demás, pujante para Carmen y Joaquín.

Así, la única solución que encontró fue tener sexo indiscriminadamente. A él le habían enseñado que eso era “hacer el amor” y a esos dos era lo que más les hacía falta. Construir un poquito algo de aquello que las inseguridades y complejos de Joaquín habían derrumbado y que la rutina y la monotonía se habían encargado de difuminar, de hacer huidizo y borroso.

Los vecinos eventualmente descansaron del estruendo que salía del departamento número ocho. Les pareció a todos muy extraño porque fue repentino, de la noche a la mañana. Nadie supo ni quiso saber más. Realmente a nadie le interesaba.

Sin imaginación no hay futuro

Por Fernando Cornejo Hernández

La libertad no existe si no se vive al borde de los límites donde toda comprensión se desintegra.
Georges Bataille

Nadie debe de esperar de la escuela nada que no espere de sí mismo. Lo mismo aplica para la vida… Tampoco nadie debe de esperar el futuro si no lo construye y se construye en él, porque eso es la vida. Así de simple, pero tan complejo como se quiera, y tan imposible como la renuncia, la conformidad, la apatía, la mediocridad, puedan llegar a hacerlo.
Si no es en la universidad donde se enseña a pensar, ¿entonces en dónde? No he dicho practicar el pensamiento, la disertación, que son otras cosas igual de importantes. Para ello personalmente prefiero las cantinas, el transporte colectivo, los paseos hacia ningún lado. Y no es que la universidad sea el único lugar para aprender a pensar. Pero la universidad es un espacio privilegiado para adquirir y poner en marcha nuevos patrones de conocimiento, de ejercicio para el análisis, de afinación del ojo crítico. Pero también es un espacio para que convivan las ideas y se dé vida a proyectos productos de la creatividad y de la imaginación. Cierto que hay quienes los han puesto en marcha, pero falta ese terrorismo creativo que estremezca la sensibilidad de todos los-nos-otros.
Esta es, pues, una declaración de guerra, un intento de provocación a cambiar el mundo cambiando nuestra relación con él. No son las armas, sino las ideas, lo que mueve nuestros pasos hacia el horizonte. El deseo es fruto de la imaginación, y es a partir de esto que construimos el futuro y nos construimos en él. Y yo deseo tanto como mi imaginación me lo permite, y siempre un poco más…

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Estrategias Cholas


Sin Título


Por Humberto Rosales


¡¿Qué onda con esto?!

Por Horacio Pérez

¡Órale, qué bien! Cuántos servicios podemos encontrar dentro de nuestra universidad: cafeterías, locales donde se ofrecen diversas variedades de alimentos o productos diversos para el antojo: paletas, papas, dulces, etc; servicio de papelería, librería, fotocopiadoras, agencia de viajes, banco, etc. Qué más se puede pedir… bueno, entiendo que más de alguno quisiéramos algún expendio de chelas y anexos.

Ante una variedad de opciones que ofrecen, lo mínimamente necesario para llevar con facilidad y cierta comodidad, la satisfacción de necesidades que van a la par de la vida que desarrollamos en nuestra universidad, podemos sentirnos reconfortados.

Sin embargo… la mayoría de los servicios que aquí se nos ofrecen, más de alguna vez tú y yo hemos llegado a sentir que sus precios son algo elevados y en ocasiones, el servicio no es de la mejor calidad, ejemplo: copias de 50 centavos que son poco legibles; preparados de alimentos muy racionados si tomamos en cuenta su precio, pues si tú quieres darte una comida como Dios manda, mínimo tienes que gastar entre $35 y $40. A veces presiento que en todo esto está implícito un presupuesto: “ellos pueden pagar, están aquí”

Todas las personas que se preocupan por ofrecernos servicios de alimentos, papelería, cosas muy necesarias para todo estudiante, es de valorarse su dedicación al ofrecernos todos estos servicios, pero bueno, sé que en ninguno dice: “Comedor asistencial estudiantil”, para ellos es su trabajo y su forma de subsistencia. Pero mi incomodidad busca manifestar el elevado costo que muchos de esos servicios tienen. Claro, no se trata de querer o no pagar por un servicio que requiero, sino de encontrar servicios a precios más acordes al producto y a la condición de estudiantes que hoy nos identifica. Sabemos que un negocio que no da, no es negocio y va a la quiebra. Pero ¿por qué tengo que pagar $10 pesos por un refresco con un costo comercial de $6? ¿No sería $8 el costo más justo? (No entro en detalles en el concepto de justicia, pues habrá quien piense: “Pero ¿qué es lo justo?” y ni con todo el discurrir del pensamiento platónico de justicia y etc., daríamos pronta solución.)

Entonces, ¿en dónde radica el problema? ¿En el costo de los servicios? Tal vez, así lo considero, el problema está en el supuesto que tiene en mente todo aquel que pone un negocio en nuestra universidad y que piensa encontrar en ella: consumidores con la solvencia económica para pagar el precio que se les pida. O es acaso que ¿las rentas que pagan por los locales son muy altas?

Todos somos consumidores y alguna vez hemos ofrecido un servicio. En estos meses las cosas no pintan fácil: costos de productos básicos suben, esto repercute en todos los niveles, pero antes de gasolinazos o crisis alimentaria, ya teníamos esta situación en nuestra universidad.

Como ya mencioné, no se trata de querer pagar o no el precio por un servicio que solicito y necesito, pero por qué pagar la utilidad exagerada que se le agrega. No por que se tenga el dinero para ello o se requiera el servicio se ha de abusar, y entonces no haya de otra que decir: “Ok, aquí tiene, gracias”.

Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"En el ambiente en el que me muevo hay puro cagapalismo"
- Estudiante hombre.

"Me siento como la música de Sigur Ros, pero con menos pegue"
- Estudiante hombre.

"Presentame a esa chava para que me diga: ¡NO!"
- Estudiante hombre

Diversidad Humana

Por Raúl Ramos

Es un claro hecho que, a donde sea que observemos, nos encontramos rodeados de personas. Es algo que forma parte de nuestra vida diaria, por lo tanto, no nos detenemos a pensar en ello. Por lo tanto, no nos imaginamos qué historia podría estar detrás de la persona que camina en sentido contrario al nuestro. No nos cuestionamos ¿qué situaciones sucederán en su vida? Quizá, hasta sean dignas de contarse en una película o un cortometraje. Lo que es un hecho es que ahí están, de que existen, y de que cada uno cuenta con su propia conciencia, identidad e historia; con sus propios gustos y sus propias formas de ver la vida.

En este mundo las personas somos tan diversos como los géneros de música existentes, o como los colores que hay dentro del espectro lumínico. Aun así, contamos con ciertas similitudes, las cuales nos unen y nos hacen formar nuestras amistades. Las diferencias son las que suelen crean los conflictos entre nosotros; lo que a mi parecer podría evitarse haciendo uso de la empatía, el respeto o, como mínimo, de la tolerancia.

Por tal motivo, encuentro fantástico que una universidad como el ITESO, en lugar de seguir el sistema que utilizan otras universidades de separar a los alumnos por edificios y por sus carreras; nos permitan convivir en las clases con alumnos de diferentes edades y que estudian una carrera diferente a la tuya. Así es como llegamos a conocer alumnos que cursan Ciencias de la Comunicación, Arquitectura, Ingeniería Civil o Industrial y Diseño, entre las demás que existen. Quizá en alguna de esas personas podamos encontrar a una valiosa amistad, a un confidente o, por qué no, una novia o novio, ¡je, je…! Bueno, perdón por fantasear, pero el caso es que esto crea una comunidad enorme en la que todos, como individuos, podemos ayudarnos los unos a los otros. Pienso que en el ITESO, los alumnos nos encontramos en un estado libre de prejuicios, que nos permite conocernos los unos a los otros, y creando lazos que cada vez crecen más y más.

Sin importar lo que pensemos, lo que hagamos, cómo vistamos o la carrera que estudiemos, el ITESO nos brinda la oportunidad de acercarnos a la persona sentada a nuestro lado, entablar una conversación, que tal vez comienza de forma pausada, pero que después fluye con naturalidad, se desborda cual río, y continua su cause hasta extenderse por fuera de los salones, y a través de los pasillos, desbordándose un poco y salpicando de simpatía a los demás. Este río de conversaciones suele continuar su caudal hasta alguna de las cafeterías, la biblioteca o al edifico donde es la siguiente clase. Sin embargo, este río siempre termina en un mar de amistad; sólo que este, en lugar de estar lleno de agua salada, lo compone agua dulce.

Así, nos encontramos con el guión de la vida de quién nos rodea, el que entonces pasa a ser un filme en nuestra conciencia, y así aprendemos de ellos y crecemos como personas, pues los comprendemos y en el proceso, no llegamos a comprender a nosotros mismos.

Historia de unos orgasmos estridentes (primera parte)

Por Sara Mandarina
A Joaquín y Carmen los escuchaba todo el edificio. Todos los días, religiosamente, se tiraban a revolcarse a la cama a las siete de la mañana y a las nueve de la noche. Y a gritar y gritar. Les importaba un carajo si todo mundo los escuchaba. Más bien al contrario: querían ser oídos.
Se había establecido entre ellos dos una especie de acuerdo tácito de vivir su placer a través de los vecinos. Es decir, su propia satisfacción parecía crecer mientras más le hicieran creer a los otros que gozaban.

Cuando recién se despertaban, con las cortinas cerradas (como ahuyentando a los espíritus malvados del día y la rutina), el cabello despeinado y un aliento terrible, Joaquín se acercaba brusco a Carmen para poseerla. En un principio era dulce y delicado en ese ritual en el que invocaba decididamente a Eros, pero lenta y progresivamente se fue haciendo tosco y anodino. Carmen no se quejaba y seguía la corriente porque fingir hacer el amor era menos peor que no coger en absoluto y, así, dejar que su nuevo matrimonio se derrumbara.

Ella se daba cuenta perfectamente de cómo los gestos “de placer” de su marido eran fingidos, pero nunca se atrevió a discutir el tema con él porque ella podía percibir que él simulaba genuino goce con vocación irrefutable. Era como una obra de teatro en la que uno de los protagonistas no termina por encajar en el papel, pero tratar de fingir lo más refinadamente posible para que todos (excepto él) crean el montaje.

Carmen nunca supo mentir, así que sólo se limitaba a gritar, como Joaquín alguna vez ya se lo había pedido explícitamente. Pero nunca tuvo las agallas de llevar a cabo la farsa entera: gestos y muecas de placer incontenible parecían en su imaginación como la mentira más detestable y grotesca.

Al principio, cuando empezaron a llevar a cabo la que creían era la salvación de su relación, los “mañaneros” eran divertidos y energetizantes: al salir del departamento el Sol brillaba con más intensidad y hasta los automovilistas parecían más amable. Pero después de que todo se convirtiera en una puesta en escena, el mal humor de saber que se había amanecido sólo para vivir un día igual que todos los que ya habían pasado se incrementaba.

miércoles, 10 de septiembre de 2008


Máximas Universitarias

Por Antonio Magaña

"Girard escribe desde un estructuralismo muy a la Leviestrós"
-Profesora.

"¿Tenemos que exponer presentándonos como si fueramos el autor? Por ejemplo: Buenas tardes me llamo Marx"- Estudiante hombre.

"El ejemplo decia seno pero a mi me deba coseno.Ya después de un rato me di cuenta de que estaba viendo el triángulo al revés"- Estudiante hombre.

Sin Título


Humberto Rosales

Libertad de cátedra ¿Qué maestros nos tocan hoy?

Por Eunice García

Así es el asunto: en primer semestre acudimos temerosos a dar de alta sus materias sin conocer maestros, materias, modos ni salones.
Con los ojos cerrados asentimos al acomodo que un desconocido en camisa ITESO hace “esta materia te la pongo aquí para que no te queden tantos huecos ¿sale?” “uy esta la vamos a mover ¿te late?” Y sales con el corazón estrujado y la resignación de un horario recién impreso.
Con suerte te tocan maestros que más allá de ser eso se convierten en amigos, cuatachos, verdaderos guías por tu recién estrenada carrera.

En los semestres que vienen la cosa cambia (debería cambiar), ahora uno anda de aquí allá preguntando por maestros, experiencias, calificaciones, genios y apodos.
Y no es que se trate de un capricho, sino que uno debe de hacerse cargo de elegir a aquellas personas que se han ganado el título de profesores, personas que con sus actos, sus programas y su libertad de cátedra, han sabido transmitir satisfactoriamente (tanto para ellos como para el alumno) los conocimientos que han adquirido tanto en su carrera como en su trayectoria profesional.
Muy válido es también elegir maestros por su carácter, por su buena vibra e incluso se dan casos de elección de maestros por su físico (hay que aceptar la galanura de algunos maestro(a) s)
Pero elige.
La misma materia con el mismo programa, mismo tiempo, mismos materiales pero diferente profesor da variaciones bastante interesantes (o estresantes, según sea el caso).
El ITESO cuenta con una amplia paleta de profesores por conocer; cada uno con su particular punto de vista sobre tu carrera, con sus programas de aprendizaje, sus recovecos cognoscitivos y su entramado afectivo.
Imperdonable meter una materia sin siquiera saber el nombre de tu maestro, seguramente en tu lista de contactos hay por lo menos una persona que puede sugerir/comentar/criticar sobre la persona que te asistirá durante todo el semestre. Piénsalo.
¿Qué maestros te tocan hoy?

Radaman

Por Tonchivan

Radaman había tenido a su temprana edad experiencias de tal densidad que le habían hecho madurar con anticipación, las arrugas en su frente eran renglones torcidos que relataban una existencia consumidora. El sol había hecho un buen trabajo en la piel de este hombre, un bronceado le daba brillo a lugares recónditos de su cuerpo. Era un guerrero con corazón aventurero, tenía acción hasta durante sus sueños, donde realizó quizá sus más grandes conquistas y proezas.
El mar había sido testigo de la muerte momentánea de Radaman, un naufragio le dejó flotando a la deriva por siete días y siete noches, hasta que en la última luna una fémina angelical surgió de entre el agitado oleaje devolviéndole el aliento. Las sombras se habían apoderado por unos instantes del alma de nuestro héroe, presencias negras succionaban trozos de su ser emitiendo ondas de vértigo seductor. Sin embrago un rayo verde le iluminó en medio del valle de la agonía eterna, la fuerza de las estrellas corrió por sus venas, de un solo salto se colocó recostado en una playa. Dicen que durmió, que cuando despertó los labios le sabían a miel, un rastro de flores que se perdía en la marea era la única señal de color.
Hay instantes que cambian vidas, algunas veces los vemos pasar y quedan tatuados en nuestro recuerdo, otras veces nos prensamos de ellos y nos embarcamos en un viaje sin retorno. Hay miradas que crean una tangente en la senda que llevamos, si seguimos el camino nos internamos en los bosques, nos dejamos abrazar por los árboles, nos acaricia el murmullo de los ríos, nos deleitan los cantos de las ninfas. Radaman nunca volvió a ser el mismo, un trozo de su ser se había sumergido en las profundidades abismales del océano, y con una sonrisa le invitaba a reunirse con él.
Así fue que mutando su anterior costumbre, el soñador comenzó a dormir más y más. Cerraba los ojos dándole la espalda al astro rey, deambulaba bajo la palidez de la luna sintiendo a la sal de la arena cosquillearle en los pies. Cada vez que una estrella fugaz pasaba, en su cabeza surgía una cana nueva que volaba con el viento, como queriéndose escapar en un vuelo astral. La voz de su garganta huyó, cuando quiso conversar con alguien descubrió que había olvidado cómo hacerlo; entonces comenzó a cantar melodías en un lenguaje desconocido. La música de Radaman aún suena, yo la escuché entre las olas, la leí en tus ojos y la escribí con mi lengua en mis labios.

Un día sin conexión

Por Liliana Ruiz

Ese día no nos reconocimos a pesar de llevar tanto tiempo juntos. Diario, por la mañana, iba a visitarlo y nos veíamos como sabiéndonos un poco más que conocidos, sabiéndonos en conexión, pero conexión en la que nunca habíamos pensado antes y que tampoco nos había importunado, puesto que ese diario estar juntos, nos era más que suficiente. Quizá un día ocurrió que nos quedamos viendo mucho tiempo como tratando de encontrarnos algo nuevo, de sabernos algo más. Intentábamos vernos como desconocidos, pero dentro de nuestro intento, sabíamos que esa conexión seguía ahí, que nunca se nos escapaba, sabíamos que era una conexión profunda, pero que (lo confieso) en esos intentos de conocernos resultaba encarceladora e inoportuna; y como quien siente compasión por alguien, nos retirábamos del intento riéndonos y cubriendo nuestra estupidez imaginándonos que la conexión era hermosa, que éramos hermosos, y que nuestro juego no tenia sentido alguno. Nos reíamos de nuestro propio juego, de nuestra propia falsedad y sobre todo, de sentir que esa conexión se estaba volviendo una barrera.
Pero ese día, igual por la mañana, no supe quién era a quien estaba viendo, a pesar de ser él. En su rostro había algo de monstruoso, de tétrico, de inhumano. Parecía realmente un monstruo. Tenía los ojos muy salidos y en ellos había un profundo desprecio o un terrible misterio que no me quiso explicar, así que yo no supe qué es lo que me quería decir con esa mirada, con ese semblante, pero lo que sí supe fue que algo dentro de mí se estremeció y oprimió. A él parecía no importarle, puesto que me veía de frente sin cambiar en absoluto su semblante. La boca la tenia un poco hacia arriba como simulando una sonrisa, que en la simulación se veía irónica, burlona y tiránica. Él se dio cuenta de que su semblante me estremeció y quiso cambiarlo pero no pudo. Trató de restablecer nuestra antigua conexión pero parecía que unos hilos ocultos en su rostro lo jalaban para que el semblante monstruoso no se fuera. Trataba de verse normal, pero una vez que lo veía a los ojos, el semblante regresaba y con él el terror, mi terror. No pude evitar notar que se veía muy feo, pero como quien sabe de la incapacidad de un perro manso para morder, me acerqué a él, tratando de descubrir qué era eso que me estremecía y después de unos minutos, me quedé en pasmo; me di cuenta de qué era lo que me estremecía de él, y es que él, el monstruo que tenía enfrente, era un espejo.

¿Es de ley?

Por Benjamín Soto Ferraris.

Mucha ha sido la controversia que se ha generado alrededor de la nueva ley anti-tabaco.
Lleva ya unos días nuestra universidad trabajando con este nuevo sistema que les impide a los fumadores ser “libres” de inhalar y exhalar sus tubos de Cáncer en donde quieran.

Las posturas varían de un extremo a otro. Esta bien/Esta mal. Me va ayudar a dejar de fumar/Es una pendejada, solo voy a perder mas tiempo cada vez que quiera fumar. Los fumadores deben respetar a los no fumadores/A mi me vale madres, de todos modos estamos al aire libre. Va a ser un campus más limpio, todas las colillas van a estar tiradas en puntos mas concentrados/Van a segregar a los fumadores y se va a cortar la convivencia. Y así nos podemos seguir por horas. Analizando cada pro y cada contra de la ley.
¿Estoy a favor o estoy en contra?, es posiblemente una pregunta que te has hecho desde que inicio esta ley, o tal vez solo lo piensas mientras lees este articulo.
En lo que te decides creo que vale la pena analizar un poco más a fondo lo que representa esto.
¿Por qué necesitamos leyes que nos indiquen como comportarnos? ¿No podríamos acaso ser lo suficientemente concientes para decidir fumar en lugares que no molestemos a los demás? ¿No podríamos tener la capacidad de guardar nuestras colillas para tirarlas en los basureros correspondientes? ¿Somos animales inconcientes que deben ser orientados por barrotes y paredes para llegar a un destino? ¿No podemos marcar nuestro paso y nuestro camino pensando en el respeto a los demás?

Las leyes no sirven como patrones para definir lo que esta bien y lo que esta mal, pues hay muchas formas de seguir la ley y hacer mal, y de romperla y hacer bien.
Creo que es responsabilidad de cada uno actuar con una conciencia común, saber que cada cosa que haga o deje de hacer va a tener una repercusión en un compañero, y que es obligación de todos aprender a vivir y convivir en un espacio que cada vez esta mas lleno.

Así que cuando te fumes un tabaco, piensa en la banda (más que en la ley) antes de prenderlo y cuando te lo termines vuelve a pensar en la banda antes de tirar tu colilla por ahí.

“Sostengo que quien infringe una ley porque su conciencia la considera injusta, y acepta voluntariamente una pena de prisión, a fin de que se levante la conciencia social contra esa injusticia, hace gala, en realidad, de un respeto superior por el derecho.”
Martin Luther King (1929-1968)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡Come on, English is important!


Por Paloma Robles

En el ITESO callamos cuando no nos interesa algo, pero creo que también callamos cuando se nos exige otras cosas que a consideración no deberían de exigirse.
Llevo dos semanas tratando de superar el trauma de tener que venir a las siete de la mañana a clase de inglés. Este semestre sinceramente me sentí obligada, no sólo a cursar, sino a pagar, un curso que no quiero.
El ITESO, como lo explica su misión, es una universidad que “se caracteriza por la excelencia académica” que vista desde distintas dimensiones y fundamentadas en la espiritualidad ignaciana, nos envuelve con la realidad social al referir “una profunda preocupación por el entorno local y global, y el compromiso con el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas”. Pero sobre todo el ITESO nos invita a defender tajantemente nuestra libertad: “Su proyecto de formación integral busca desarrollar la inteligencia y la sensibilidad y formar para la vida a jóvenes libres y comprometidos con la sociedad, en un ambiente propicio para conocer y crecer.
Así, en su ánimo de formar más y mejores profesionistas para el mundo, la universidad hizo en 2003, cambios fundamentales en sus métodos y ordenamientos educativos. De allí que tengamos la libertad no sólo de elegir escoger cuasi menú de restaurante nuestro proyecto de universidad (incluso hay una asignatura que así se llama) sino convertirnos en actores sociales con motivaciones libres.
A lo que voy con esto es a poner a discusión lo que ahora parece indiscutible. ¿Por qué se exige el inglés? Si se ha fomentado la libertad de decisión, ¿por qué me exigen estudiar un idioma caro (hay escuelas de inglés en Guadalajara mucho más baratas)? Se absuelven con la idea de que esta es una gran oportunidad. Sí, una oportunidad de casi tres mil pesos. Pero como diría mi maestra “this was you problem those years you sohuld know that some day it will happen” -o algo así. Pero ¿qué sucede si no ha sido ni es mi prioridad el inglés? Si mis gustos y necesidades van hacia otros lados igual o más valiosos que un idioma. ¿Por qué pagar algo que no quiero pagar? Peor aún, se te impide dar de alta a manera de restricción si no has presentado el famoso TOEFL aprobado; eso es atentar contra tu propio proyecto universitario. ¿Y si no tengo dinero, qué hago?
Además sus formas no son amables, la directora del área es una se gnoh reeta kéh meh ah bloh n’ toh noh dess poh tah. Mejor trato tiene la secretaria que accedió a conseguirme un espacio a las 7 de la mañana para que yo pudiera seguir trabajando en las mañanas. La solución de la dirección era pedir un permiso de dos meses en mi trabajo para que yo pudiera asistir a inglés de once a una de la tarde.
El colmo se presentó cuando terminada la primera semana de clases, la maestra organizó una actividad donde debíamos acomodarnos según los años de estudio de inglés en tu vida. No sé, si para sorpresa de muchos o vergüenza de todos, la mayoría llevamos entre 5 y 15 años estudiando la lengua y estamos en 4to grado en el ITESO. De allí el Speeach obligado de la maestra mostrando su indignación ante nuestra actitud altanera por sentirnos obligados por el ITESO a cursar el idioma. Todos callados. Nadie, salvo un compañero de comunicación se atrevió a decir que el inglés no era su primacía. Yo nomás agregué que si toda una vida de estudios no había suficiente ¿cómo podrían asegurarme que terminados mis ocho niveles de estudio ahora sí sería medianamente bilingüe?

Amor Motita

Por Eunice García

Podría comenzar mirándote a los ojos o besándote o diciéndote lo mucho que me gustas. Si comienzo mirándote a los ojos puedes ver una chispa de deseo, de ansia loca por tocarte; si comienzo besándote sería despacito, saboreando tus labios, aprendiendo tu sabor, tus líneas, tu ritmo; si te digo lo mucho que me gustas comenzaría mirándote a los ojos, luego besándote, y así y así. Entonces dejaría que el ciclo de un amor imaginariamente perfecto comenzara, tú mirándome a los ojos y diciéndome cursilerías que sólo se ven en novelas baratas y nos besaríamos y estrujaríamos como dibujos voluptuosos de un libro vaquero. Seguramente yo te pellizcaría una nalga con una picardía fallida, tú te reirías y nuestro momento erótico se esfumaría en carcajadas, pero entonces, y sólo entonces, nuestras endorfinas liberadas nos llevarían a rodar por todo el piso, por toda la escalera, aprovechando el golpeteo de cada escalón. Seguramente terminaríamos en la cocina, besuqueándonos en un charco de leche, un plato de cereal desparramado y endulzado con mieles de amorcito corazón. Tum tum se escucharía y los vecinos aplaudirían o rezarían por la salvación de nuestras almas (por nuestros cuerpos ya no hay nada que hacer) y al fondo la banda sonora de la película más rosa, púrpura, melancólica y mal editada que haya existido sobre la tierra. Después un negrito saldría de la nada y cantaría “Sea of love” y tú y yo nos abrazaríamos y lloraríamos juntos todo el tiempo perdido. Se unirían más y más negritos y entonces llegaría la noche y comenzaríamos de nuevo. Tú me mirarías a los ojos y me besarías y me dirías todos los diálogos de amor que ha escrito García Márquez, que yo te habría obligado a aprender; entonces yo te miraría con ojos de borrego a medio morir y terminaría de morirme en un beso larguísimo con sabor a tutifruti. Podría terminar mirándote a los ojos, o besándote o diciéndote lo mucho que te he extrañado los últimos suspiros, y entonces (sólo entonces) suspiraría por el minúsculo tamaño de nuestros pulmones que nos obligan a interrumpir nuestros maratónicos reconocimientos de náufragos abandonados por el barco de la ilusión en la isla del deseo. Si me apuro a besarte nos sobra tiempo de inventarnos apodos. Tú me dirías unos bien tontos y tiernos: me dirías amor, ñaque, chocolatito, aguacatito, mocosita, mi vidita, y yo te diría pulgoncito, alcancía de mis anhelos, recipiente de mis besos, cesto de mis placeres, papelero de mis papeles, cajeta de mis cabras, chicharrón de mis truenos, piña de mi pastor, huevo de mis licuados, espuma de mis capuchinos, cola de mis gatos, pelo de mis empanadas, lunar de mis recovecos, cuchara de mis babas. Entonces agarraría aire y comenzaría a decirte lo mucho que te quiero y tú me mirarías a los ojos y me besarías y me dirías lo mucho que me quieres y yo te besaría, y así. Entonces los vecinos recolectarían zapatos, tacones, botas y chanclas. Qué bueno que sólo le atinan a los gatos. Miau Miau.

NI UNO MÁS

Por Marylú Vallejo Bárcenas

Dicen que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, todo... excepto los estudiantes. Claro está que ni el ITESO es un jarrito ni los estudiantes lo son todo. Es evidente que este semestre ingresó un número mayor de estudiantes en comparación a otros años y, aunque existe la infraestructura para albergarlos, su presencia ha creado un caos en puntos estratégicos del campus.
A las once de la mañana resulta imposible cruzar la cafetería central; el edificio “W” ya es un edificio de varias carreras, no sólo de filosofía; es más difícil conseguir una computadora en el “T” a cualquier hora; y así podría seguir dando ejemplos del sobrecupo de estudiantes.
Más allá de recibir recursos económicos favorables para el ITESO, el aumento de alumnos es un reflejo de la sobrepoblación en la Zona Metropolitana de Guadalajara, no solamente de personas, también de automóviles.
El ingreso diario de vehículos al ITESO es impresionante, si antes a las 8:30 am era muy fácil encontrar un lugar dentro del estacionamiento, hoy hay que rezar por encontrar uno cerca de donde habitan las ardillas.
Es necesario concientizar a la nueva población itesiana del problema que resulta del uso excesivo del automóvil.
Aunque existen propuestas alternativas como el Programa de Aventones, aún falta mucho por hacer; la solución no es un segundo piso de estacionamiento ni la construcción de nuevos edificios, ésta radica en cada uno de los itesianos: la participación para que este jarrito no reviente.