martes, 26 de febrero de 2008

Sin Título

Foto por Sara Mandarina

Por Miguel Roberto Ruiz

Lo llaman antropólogo fotográfico y no es por mera casualidad. Su objetivo en la vida es captar las complejidades del ser humano a través de la lente de una cámara. Su pasión por la fotografía lo condujo a una nueva forma de transmitir a toda la gente su manera de pensar y de sentir. Cuando el obturador se cierra, miles de historias esperan ansiosas en la oscuridad, para cuando éste se vuelva a abrir entren los rayos de luz apresurados, listos para volver a captar imágenes. La cámara se vuelve parte de su vida, de su cuerpo, para él lo es todo; lo real es traspasado por los rayos de luz. A través de la cámara eterniza situaciones, lugares y rostros humanos. Cuando tiene bien enfocado su objetivo, empiezan a transmutarse dentro de él nuevas ideas y emociones que posteriormente serán transmitidas al espectador y crearán en él un marco de conciencia que a su vez lo llevarán al actuar, a la acción, a la solidaridad, a la reflexión, pero también se presentará dentro de ellos la sensibilidad. Y para que todo esto surgiera en esas millones de retinas, tuvo que mostrar las cotidianidades en que se veía hundido el ser humano, para posteriormente difundir su cultura, su condición de vida y su cosmovisión. 

Procura siempre encontrarse en el instante y en el lugar adecuado para obtener el mejor ángulo y conseguir esa maraca personal que caracteriza a sus fotografías, las cuales son huellas o manchas simbólicas.

Nunca se ha visto amenazado por utilizar su cámara en momentos o situaciones difíciles; la gente le trata con amabilidad, puesto que él, con gran sutileza, les explica que las fotos son para que otros pueblos o comunidades vean su realidad y se unan a la enorme causa de salvar vidas. 

Para éste fotógrafo, sus imágenes no van a cambiar la manera de ser de las personas, pero sí van a servir para que nos demos cuenta de la otra realidad, la realidad que no es mostrada. 

La fotografía es un arma poderosa con la que podemos mostrar o dar a conocer las distintas problemáticas sociales, culturales o políticas de la humanidad.

Los hippies chiapanecos

Por Luis Eduardo Luna

La semana pasada se publicó en CRUCE una nota sobre un estudio realizado para comprender cómo se construye la identidad entre los alumnos del ITESO. Este estudio clasifica a los alumnos en categorías, que bien están sumamente anticuadas o caen en los estereotipos. Parece que la percepción de los alumnos sobre las diferentes tribus de la universidad está condicionada por las representaciones que se tienen sobre el modo de verse y de pensar.


Existe una relación directa entre la imagen que uno tiene públicamente y la percepción que se crea por la comunidad sobre uno. Las categorías como hippies chiapanecos, la cual está adjudicada a los alumnos de Comunicación y Psicología; en contraposición con los fashion, de Administración y Mercadotecnia; presentan la disyuntiva entre ser uno o el otro. Parece que son diametralmente opuestos; existe una necesidad de expresar la diferencia entre los grupos del ITESO, y esto se logra contraponiendo los discursos. Si te ves fashion, seguramente tienes lana y te importa. Si tus pantalones son de manta, probablemente te late ir a acampar a la playa o de misiones a Chiapas. 


La gran diversidad de personajes y grupos que habitan en la universidad lidian de manera cotidiana con las etiquetas, impuestas por la misma comunidad. Parece ser que como todo en este mundo, la universidad no se escapa de ser un espacio en el que la gente siga el acuerdo no dicho de definirse dentro de una categoría y asumir su lugar en el juego de las apariencias. 


Me parece que lo peor del asunto es el prejuicio que se realiza sobre las carreras, como definitivas, hasta cierto punto, de la identidad de los alumnos. Se convierten en un tatuaje sobre la frente. Y el ejemplo más claro se encuentra en las clases compartidas por varias carreras, que son donde se ponen en juego los estereotipos, ya sea para modificarlos, reafirmarlos o seguirlos ciegamente; obligando al compañero de Mercadotecnia a entrar en el molde del fashion o si no a interpretar todo lo que dice y hace con base en ese supuesto. Claro que también aparece esa paranoia de que suceda lo mismo pero con uno mismo.


La vida es un poco más compleja y en la práctica nadie se deja llevar totalmente por las representaciones que se tienen sobre las carreras. Pero si el estudio arrojó estos datos es porque muy por debajo, existe la necesidad de ubicar al otro en una categoría; simplemente por el hecho de no ser igual a uno. Si me preguntan a mí, yo sólo soy un tipo normal, como todos lo somos, ¿no?